martes, 23 de junio de 2015

23-4-02

     La previsibilidad de lo real es uno de los factores que más disuaden de concederle la supuesta importancia que debería tener en la vida de cada individuo. Dicho de otro modo, la seguridad provinente de lo dado por supuesto nos permite hacer como que no existe esa realidad en la que nos movemos como si en modo alguno tanto suceso externo tuviera algo que ver con nuestras vidas individuales. Ni siquiera llegamos a estar escindidos entre la chata y alicorta vida individual y el movimiento trascendente de la vida colectiva del planeta. De espaldas al 90% de la realidad que no nos concierne, los individuos tendemos a desarrollar una conciencia de espectador que las sociedades occidentales se complacen en incentivar y premiar. He ahí un bonito tema de reflexión para iniciar el rosario de artículos que pretenderán explicar, con pelos y señales, el “fracaso” francés y el más que posible fracaso europeo que se extrapola con cierta frivolidad. Lo más inquietante del tristísimo sainete -tragedia en cierne- es la seguridad con que Le Pen se ha apropiado de la representatividad de “los de abajo” y la exhibe contra los tecnócratas que los explotan. Claro que también ha dicho que él es izquierdista en lo social, derechista en lo económico y nacionalista de Francia... En fin, la distancia del poder es la propia distancia de lo real, y cuando el fracaso vital se proyecta en el telón de fondo de la realidad toda, la tendencia a votar en función de la demagogia se acentúa entre quienes no tienen base intelectual suficiente para detectarla o hurtarse a su influjo castrador. Con todo, la realidad de hoy, día de Sant Jordi, tiene nombre de máxima rivalidad futbolística: Barça-Madrid. Además, se celebra el día del libro, es decir, hoy es el día en que compran su libro quienes no compran más que uno al año, y acaso ni siquiera lo leen. En el ámbito de la patria chica -països catalans para el nacionalismo-, la festividad continúa manteniendo la tradición machista de la rosa para las mujeres y el libro para los hombres, bien que atenuada. Ajeno, pues, a la tradición, el día queda casi ahogado por la preponderancia de una jornada futbolística que ha dejado Barcelona vacía a partir de las ocho de la tarde. Poca gente, pues, habrá leído -¿o sí?- la propaganda ciuísta de la encuesta electoral pagada por la federación y en la que le dan vencedora sobre el PSC por un puntito, para que pueda pasar por verosímil. ¡Ah, la verosimilitud de lo real! Mañana, mañana. El dibujo de opinión de Máximo, elocuente: Cervantes, sentado en su biblioteca, delante de un televisor encendido que atrae su atención. Le rodean paredes llenas de estantes llenos de libros llenos de todo lo imaginable y lo inimaginable. ¿Qué ve Cervantes? El Madrid-Barça, sin duda.

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