24-4-02
La noche de ayer acabó silenciosa, aquí
en Barcelona. Afortunadamente para Clonista, que vive en pleno centro de la
ciudad. En la adversidad no hay manifestaciones ruidosas, ni ciudosas, de una identidad
cifrada en las piernas de once señores en calzón corto y camiseta -sólo uno de
ellos catalán, por cierto- y en el albur de que una pelotita bese la red de una
portería, la rival, por supuesto. Pero
no hubo, a partir de las ocho de la tarde otra realidad que la congregación
nerviosa ante las pantallas de los televisores. Clonista cubrió su cupo de ella
y estuvo medio atento a los lances del juego, mientras observaba en el diario
la monótona selección de la realidad que le era administrada vía ocular. La
experiencia lectora permite, al menos,
tener ojo para, en rápida diagonal, descartar determinados parajes tan
frecuentados y trillados que poco o nada pueden aportar a la construcción
individual de la realidad a que estamos forzados... algunos. Ayer quedó
sugerido, entre lametazos de Morfeo, que la verosimilitud de lo real era una
cuestión jugosa..., si se tiene apetito para entretenerse en el tentempié. En
términos generales, lo dominante es lo inverosímil, y casi añadiría Clonista
que la inverosimilitud permite la huida de lo real, o percibirla sin su
carácter amenazador. No tanto que todo sea un sueño, una ficción, una fantasía,
cuanto que la condición irreal de ese todo en el que estamos insertos
constituya una a modo de justificación de nuestro desinterés por los avatares o
el destino del mismo. Al final, la totalidad es una abstracción excesiva, y
quizás de ahí proceda nuestra incapacidad
para deslindar, dentro de lo real, la información y la propaganda, lo verdadero y lo falso, lo íntimo y lo
éxtimo. Resaca de ayer es hoy la complacencia en todo lo relacionado con el
libro: autores solicitados, listas de libros más vendidos, libros dedicados,
entrega del premio Cervantes, etc. A Mutis le encargan un texto para
promocionar la lectura, y a Clonista se le llagan en la mirada los tópicos
arrojados a la mirada ciega de los no lectores que nunca leerán esos tópicos.
Máximo lo expresó perfectamente ayer. No se puede acceder a la lectura por la
vía de la propaganda. A los libros se acerca quien va buscando. Y nuestra
sociedad tiende a darlo todo buscado: la bolsa y la vida. Enfrascado en los
pomos de quintaesencias de los aforismos, a Clonista se le reveló un principio
tan firme como su compromiso clónico: sería capaz de rechazar cuantos millones
de euros le pusieran en la mano si la condición fuera que no volviera a leer ni
escuchar en su vida ni una sola línea. El clonista supone que pertenece a los
abundantes miembros de la secta de lletraferits
una de cuyas razones de ser es, imperativamente, la lectura, a la que accedió
cuando, en la adolescencia, buscaba y se buscaba; y en ello está. Saqueo
judicial es, por otro lado, el de los propietarios de dineros poderosos y
ultramarinos del BBVA, incluido, con toda probabilidad, un Secretario de
Estado, sucesor de otro que anduvo complicado en el bonito caso del mercadeo de
influencias político-económicas llamado Gescartera. Fidel Castro toca a rebato
y se enfrenta con Uruguay y con México, por un quítame allá esas censuras y
algún que otro voto cobarde. La conversación entre Jefes de Estado que publica
Castro rompe el secreto, la confidencialidad de las mismas y deja desnudos a
los reyes: los mandatarios, y en este caso también un mandamás, mercadean como
cualquier hijo de vecino y tienen sus puntitos de orgullo y su no me digas eso
que yo sé cómo comportarme y mi verdad no me la puedo callar. ¿Hablarán Piqué y Straw así? Muy lejos no le
andará. Más importancia real ha visto Clonista, no obstante, Utrecht al margen,
en la escasa cantidad de fruta fresca que comen el 15% de los jóvenes
españoles: solo una vez por semana. Al final, Usamérica logrará exportar
también la obesidad enfermiza. En eso están.
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