5-5-02
¿Cuánto tiene de defensa, la lectura
del diario? Al margen del grado de fracaso vital de cada cual, ¿cuántos
lectores no abrirán la ventana prodigiosa de lo ordinario para su consuelo de
tontos? La ficción del poder omnímodo también se verifica cuando se está “a los
mandos” de un diario y puede uno, todos, controlar el tiempo de existencia de
lo real y su disposición jerárquica. De ahí los cotidianos: ¿has visto lo que
ha pasado en...?, ¿tú te habías enterado de que en...?, ¿has leído lo que le
sucedió a...?, ¿pero tú te das cuenta de la barbaridad que...?, etc. Todos
ellos, asombros que refuerzan la quebradiza confianza del lector, exigen, como
se ha visto, un tú, en absoluto impersonal. Puede que la realidad sea un
esforzado sueño colectivo, pero se trata de un sueño dialógico. Clonista sabe
que su estupor, y otros estados alterados, forman siempre más parte de lo real
cuando puede someter a reflexión con su conjunta cuanto les ofrece el
espectáculo de la información. La estampa del lector solitario de diarios en un
café una mañana de domingo es la de una realidad mutilada, la de un extraño
ajuste de cuentas, la de una relación misteriosa -a medio camino entre lo banal
y lo sórdido-, el fragmento ininteligible de una historia sin pies ni cabeza.
La necesidad de comentario, de los diálogos a pie de página, es parte
intrínseca de la lectura del diario. Por eso es por lo que esta clónica, tan
exigente, tiene algo de la desmesura de lo absurdo y mucho de empeño
surrealista, por cuanto de escritura automática haya en la traducción de la
observación, ilustración paradigmática de la agnosia recién conocida. Por fin
Chirac saldrá elegido con el castigo desmesurado de no llegar a saber nunca
cuántos, en realidad, lo quieren y sí siempre cuántos detestan a Le Pen. Muerto
el perro... harán mutis los sesudos análisis, las demagogias, los fervores
republicanos y subsistirá la realidad de la intolerancia, la explotación y el
mesajenismo solipsista de la mayoría, que ha permitido la emergencia de una
oscura realidad fascista que esperaba su oportunidad para colarse de rondón
entre las grietas de la complacencia fragmentaria del utopismo tan legítimo
como irresponsable. Páginas adelante, la duda también legítima sobre las
posibles torturas a los secuaces de ETA no deja en lugar cómodo al Gobierno y
abre un frente de denuncia cuya virulencia Clonista duda que siquiera se
acerque a la empleada en su día por El País contra el ministro Josegal Barrionuevo.
Esa sordidez no está muy lejos de la del asesinato de dos mendigos y su bebé, a
los que el asesino prendió fuego tras taparlos con el colchón donde, al
parecer, dormían los tres en plena calle. El asesino trataba de rehabilitarse
de una drogodependencia. Son tantos los puntos oscuros del suceso que están
aseguradas las “entregas” posteriores. El horror no tiene límites. Embarcado en
las páginas sepia de la economía -el color rancio de la antigüedad del poder
del dinero-, Clonista descubre el fiasco de Quiero TV, entre cuyas ofertas
maravillosas se hallaba la posibilidad de participar directamente en programas
como ¡Gran hermano! Más les hubiera valido convertirse en una televisión
temática porno, dado el volumen económico de dicho -y tocado- sector en España.
En ese mismo ámbito inodoro, Paul Samuelson pinta un halagüeño futuro de
miserable explotación basada en el dumping,
que entronizará a economías como las asiáticas, con mano de obra para dar y
tomar. De paso, y sin ningún rubor, defiende los beneficios que reportó a
posteriori la intervención chicaguense en Chile, ejemplo de economía saneada,
como la inglesa posttacheriana, lo cual significa que para el buen Samuelson el
deterioro de los niveles de los servicios públicos, así como la degradación
vital y laboral de la clase trabajadora, es una nimiedad que no debe ser tomada
en cuenta. Clonista, acostumbrado a marginar la realidad sepia -el núcleo duro
de la misma-, comprueba ahora por qué, y se promete no reincidir. Claro que se
sale del sepia y se entra en la oposición española a que los y las homosexuales
masculinos y femeninos sean admitidos como miembros de las ONG que asesoran al
Consejo Económico y social de la ONU. En estos casos, las compañías son
definitorias, como en el caso del refrán: a favor: Usamérica, Australia,
Francia, Alemania, Holanda, etc; en contra: España, Egipto, Sudán, Zimbabue,
Uganda, Qatar, etc. Sin comentarios.
Como tampoco los admite la opinión del creador de las figuras Lladró:
"Encuentro a Esperanza Aguirre muy Lladró." Hay piropos que ni le
gustarían a la pintora Sara Mago..., ciertamente.
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