domingo, 5 de julio de 2015

5-5-02

     ¿Cuánto tiene de defensa, la lectura del diario? Al margen del grado de fracaso vital de cada cual, ¿cuántos lectores no abrirán la ventana prodigiosa de lo ordinario para su consuelo de tontos? La ficción del poder omnímodo también se verifica cuando se está “a los mandos” de un diario y puede uno, todos, controlar el tiempo de existencia de lo real y su disposición jerárquica. De ahí los cotidianos: ¿has visto lo que ha pasado en...?, ¿tú te habías enterado de que en...?, ¿has leído lo que le sucedió a...?, ¿pero tú te das cuenta de la barbaridad que...?, etc. Todos ellos, asombros que refuerzan la quebradiza confianza del lector, exigen, como se ha visto, un tú, en absoluto impersonal. Puede que la realidad sea un esforzado sueño colectivo, pero se trata de un sueño dialógico. Clonista sabe que su estupor, y otros estados alterados, forman siempre más parte de lo real cuando puede someter a reflexión con su conjunta cuanto les ofrece el espectáculo de la información. La estampa del lector solitario de diarios en un café una mañana de domingo es la de una realidad mutilada, la de un extraño ajuste de cuentas, la de una relación misteriosa -a medio camino entre lo banal y lo sórdido-, el fragmento ininteligible de una historia sin pies ni cabeza. La necesidad de comentario, de los diálogos a pie de página, es parte intrínseca de la lectura del diario. Por eso es por lo que esta clónica, tan exigente, tiene algo de la desmesura de lo absurdo y mucho de empeño surrealista, por cuanto de escritura automática haya en la traducción de la observación, ilustración paradigmática de la agnosia recién conocida. Por fin Chirac saldrá elegido con el castigo desmesurado de no llegar a saber nunca cuántos, en realidad, lo quieren y sí siempre cuántos detestan a Le Pen. Muerto el perro... harán mutis los sesudos análisis, las demagogias, los fervores republicanos y subsistirá la realidad de la intolerancia, la explotación y el mesajenismo solipsista de la mayoría, que ha permitido la emergencia de una oscura realidad fascista que esperaba su oportunidad para colarse de rondón entre las grietas de la complacencia fragmentaria del utopismo tan legítimo como irresponsable. Páginas adelante, la duda también legítima sobre las posibles torturas a los secuaces de ETA no deja en lugar cómodo al Gobierno y abre un frente de denuncia cuya virulencia Clonista duda que siquiera se acerque a la empleada en su día por El País contra el ministro Josegal Barrionuevo. Esa sordidez no está muy lejos de la del asesinato de dos mendigos y su bebé, a los que el asesino prendió fuego tras taparlos con el colchón donde, al parecer, dormían los tres en plena calle. El asesino trataba de rehabilitarse de una drogodependencia. Son tantos los puntos oscuros del suceso que están aseguradas las “entregas” posteriores. El horror no tiene límites. Embarcado en las páginas sepia de la economía -el color rancio de la antigüedad del poder del dinero-, Clonista descubre el fiasco de Quiero TV, entre cuyas ofertas maravillosas se hallaba la posibilidad de participar directamente en programas como ¡Gran hermano! Más les hubiera valido convertirse en una televisión temática porno, dado el volumen económico de dicho -y tocado- sector en España. En ese mismo ámbito inodoro, Paul Samuelson pinta un halagüeño futuro de miserable explotación basada en el dumping, que entronizará a economías como las asiáticas, con mano de obra para dar y tomar. De paso, y sin ningún rubor, defiende los beneficios que reportó a posteriori la intervención chicaguense en Chile, ejemplo de economía saneada, como la inglesa posttacheriana, lo cual significa que para el buen Samuelson el deterioro de los niveles de los servicios públicos, así como la degradación vital y laboral de la clase trabajadora, es una nimiedad que no debe ser tomada en cuenta. Clonista, acostumbrado a marginar la realidad sepia -el núcleo duro de la misma-, comprueba ahora por qué, y se promete no reincidir. Claro que se sale del sepia y se entra en la oposición española a que los y las homosexuales masculinos y femeninos sean admitidos como miembros de las ONG que asesoran al Consejo Económico y social de la ONU. En estos casos, las compañías son definitorias, como en el caso del refrán: a favor: Usamérica, Australia, Francia, Alemania, Holanda, etc; en contra: España, Egipto, Sudán, Zimbabue, Uganda, Qatar, etc. Sin comentarios.  Como tampoco los admite la opinión del creador de las figuras Lladró: "Encuentro a Esperanza Aguirre muy Lladró." Hay piropos que ni le gustarían a la pintora Sara Mago..., ciertamente.

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