5-6-02
Avanza junio entre calores y tormentas que
anticipan el inminente verano. La realidad sigue ahí, dispuesta a no dejarse
atrapar, salvo demasiado parcialmente, en esta clónica perseverada. Freno y
marcha atrás. La batallada Ley de Extranjería por la que el PP se opuso a todos
los partidos con representación parlamentaria ha resultado un fracaso y se
anuncia su cambio, a peor, es decir, a más mano dura retórica, aunque hasta la
fecha no haya habido ni siquiera mano que la aplicara. Esa dejadez política que
sin duda busca que el problema se pudra para sacarle a su debido tiempo cuantos
réditos electorales se puedan no es muy diferente de lo que se va sabiendo
sobre las investigaciones previas al famoso 11-S en que sucumbieron las famosas
Torres Gemelas al ataque suicida de los religiosos y alegres pilotos de Al-Qaeda:
aquello fue también, parece, la crónica de un desastre anunciado. ¿El remedio?
Cortar de raíz el acceso público y político a la información sobre la escasa
solvencia de la CIA y del FBI. Paralelamente, toda Europa endurece
drásticamente su política antiinmigración ilegal: y en esos menesteres se alzan
voces fascistas inequívocas. En la esquinita española de la realidad, aún se le
da mil y una vueltas a la pastoral de los obispos. La realidad prensada ofrece
muchas oportunidades a los intelectuales, y sobre todo a los periodistas de
reconocido prestigio, para poner los puntos sobre las íes -y ya es curioso que
íes no lo lleve, el punto...- en todo lo humano y lo divino -o lo vicariamente
divino- que se les pone por delante. La separación de los mundos, el
conocimiento de las fronteras entre los espacios de la realidad es condición sine qua non para poder mantener Clonista
su empeño artesanal. Cuesta, con todo, mantener la imperturbabilidad crítica
cuando el goppierno, habiendo “ocupado” todo tipo de órganos decisorios y de
consulta, ha optado por la represión de la libertad de expresión, según se
deduce de lo ocurrido en el Consejo Escolar. El hábil juego de contrapesos que
permite asistir al espectáculo de la realidad sin salir traumatizado de él ofrece
la noticia de la concesión de un importante premio, el Príncipe de Asturias de
las Artes, a Woody Allen. Se reparten en cantidades iguales quienes no lo
soportan y quienes no le regatean los elogios, a pesar de que no todas sus
obras mantienen un mismo nivel de calidad excelente. Clonista está entre los
segundos.
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