15-7-02
A mediados
de julio, bien pasada la mitad de la aventura, Clonista asiste impávido al
veloz discurrir de su aventura realizadora sin tener conciencia de haber hecho ningún
avance significativo desde aquel lejano día uno del año en curso. Tiene la impresión de que la realidad sigue
ocultándose tras una auténtica maraña de espejismos, medias verdades, trucos,
adulteraciones, sofismas, demagogias, mentiras, ficciones baratas,
bizantinismos y toda suerte de embolismos. Y como Clonista no tiene la lúcida
demencia quijotesca que le permita subsistir en ese mundo de la realidad
prensada, hecho a medida no sabe bien de quién, como subsistía Quijano, con
arte imperecedero, entre los enredos de tantísimos encantadores como le
construyeron su caballeresca realidad, se queda a veces pensativo y perplejo,
intuyendo, más allá de la esterilidad de su esfuerzo, la desoladora opacidad de
un concepto manido y hollado. Ni siquiera el torpe atentado del neonazi contra
Chirac, una chapuza de desequilibrado, logra comunicar alguna entidad a la
realidad del día, tan amorfa como casi siempre. Tampoco la implicación de
opereta de la UE contra Marruecos por el pedrusco Perejil -en versión pepera
“sagrado suelo patrio” o algo parecido, quizás “rincón entrañable de nuestra
pintoresca geografía”- es capaz de convencer a Clonista de que su realidad
coincide con la realidad prensada. En la realidad prensada hay muchos días de
trámite. Hoy es uno de ellos. El gran despliegue vendrá mañana, consumida la
primera sesión del debate -usualmente intercambio de monclólogos y
ferrazólogos-, con un extra inacabable en que se refleje desde el efecto
mediático de los gestos hasta la ausencia de pronunciamientos políticos de
envergadura, la habitual mala leche del caudillito sosón y aburrido, al que le
vienen pequeños los debates nacionales, o la férrea(z) ilusión de Zapatero por
pactarle las cuarenta, le guste o no le guste. O sea, que Clonista se convoca
mañana a primera hora para, después de la rehabilitación de la base de su
quinto metatarsiano, meterse de hoz y coz en la harina de un día prensado
escrito ya desde hace varios. El cáncer de la anticipación mata el presente y
arruina muchas veces el futuro, pero está extendido y es intratable, incurable.
Quizás le deberían haber llamado la atención a Clonista las disensiones entre
los funcionarios eclesiásticos de la iglesia católica inversora y sus
movimientos de cristianos en lucha por una vivencia profunda y auténtica de la
religión, pero le echan para atrás los prejuicios visuales que le impiden
simpatizar con los disidentes: ve almas, no cuerpos, y a Clonista le entran
escalofríos méiguicos. Pues hasta mañana.
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