lunes, 14 de septiembre de 2015

15-7-02

     A mediados de julio, bien pasada la mitad de la aventura, Clonista asiste impávido al veloz discurrir de su aventura realizadora sin tener conciencia de haber hecho ningún avance significativo desde aquel lejano día uno del año en curso.  Tiene la impresión de que la realidad sigue ocultándose tras una auténtica maraña de espejismos, medias verdades, trucos, adulteraciones, sofismas, demagogias, mentiras, ficciones baratas, bizantinismos y toda suerte de embolismos. Y como Clonista no tiene la lúcida demencia quijotesca que le permita subsistir en ese mundo de la realidad prensada, hecho a medida no sabe bien de quién, como subsistía Quijano, con arte imperecedero, entre los enredos de tantísimos encantadores como le construyeron su caballeresca realidad, se queda a veces pensativo y perplejo, intuyendo, más allá de la esterilidad de su esfuerzo, la desoladora opacidad de un concepto manido y hollado. Ni siquiera el torpe atentado del neonazi contra Chirac, una chapuza de desequilibrado, logra comunicar alguna entidad a la realidad del día, tan amorfa como casi siempre. Tampoco la implicación de opereta de la UE contra Marruecos por el pedrusco Perejil -en versión pepera “sagrado suelo patrio” o algo parecido, quizás “rincón entrañable de nuestra pintoresca geografía”- es capaz de convencer a Clonista de que su realidad coincide con la realidad prensada. En la realidad prensada hay muchos días de trámite. Hoy es uno de ellos. El gran despliegue vendrá mañana, consumida la primera sesión del debate -usualmente intercambio de monclólogos y ferrazólogos-, con un extra inacabable en que se refleje desde el efecto mediático de los gestos hasta la ausencia de pronunciamientos políticos de envergadura, la habitual mala leche del caudillito sosón y aburrido, al que le vienen pequeños los debates nacionales, o la férrea(z) ilusión de Zapatero por pactarle las cuarenta, le guste o no le guste. O sea, que Clonista se convoca mañana a primera hora para, después de la rehabilitación de la base de su quinto metatarsiano, meterse de hoz y coz en la harina de un día prensado escrito ya desde hace varios. El cáncer de la anticipación mata el presente y arruina muchas veces el futuro, pero está extendido y es intratable, incurable. Quizás le deberían haber llamado la atención a Clonista las disensiones entre los funcionarios eclesiásticos de la iglesia católica inversora y sus movimientos de cristianos en lucha por una vivencia profunda y auténtica de la religión, pero le echan para atrás los prejuicios visuales que le impiden simpatizar con los disidentes: ve almas, no cuerpos, y a Clonista le entran escalofríos méiguicos. Pues hasta mañana.

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