domingo, 20 de septiembre de 2015


22-7-02

     La realidad prensada se adelgaza, deshidratada por el calor sofocante de julio, y algo acabado, como la crisis de Perejil, vuelve a promontoriarse con afanes egocéntricos. Quizás lo más llamativo sea la ausencia del otro polo caliente  de los conflictos mal manejados por el goppierno, las vascongadas, del que apenas aparece un articulito inocente y casi como de compromiso, una realidad inercial, propiamente. El Debate puso fin al curso político, y ahora solo caben declaraciones aquí y allá, a la búsqueda de algún titular que les sirva de recordatorio a los futuros votantes de que aún existen, aun cuando cada vez existan menos para muchos de ellos. Zapatero, por ejemplo, promete un estado más laico. Clonista lo reclamaba días atrás. Le alegra coincidir con Zapatero y espera que se materialice en la suspensión del Concordato y en la equiparación de la Iglesia Católica con cualesquiera otras iglesias y sectas de las muchas que abren las puertas de sus templos, de forma privada, a los españoles. ¿Aún existen los capellanes castrenses, por ejemplo? De Bush, que es un habitual de la realidad prensada, como protagonista indiscutible del NO-DO universal, sesabe ahora que se enriqueció usando información privilegiada. A Clonista lo que le sorprendería sería lo contrario, que lo hubiera hecho en buena lid, pues no se le ven al César luces particulares ni económicas ni políticas ni de otras disciplinas. Si la cadena de mando militar usamericana acaba en Bush, ¿tiene ello alguna influencia en los errores militares que han propiciado las muchas bajas civiles que se han producido en Afganistán o simplemente es que tiene orgullosos émulos-eslabones inferiores? La Corte Penal Internacional, tan frágil y de tan poco futuro aparente, vuelve a verse en entredicho tras la decisión israelí de volver anónimos a sus combatientes para eludir reconocimientos que puedan implicarlos en los delitos que vienen cometiendo habitualmente desde que andan matando moscas asesinas a cañonazos genocidas. Ante esas realidades, la del desmoronamiento de WorldCom, la quiebra, dicho en plata ausente, se lleva la palma de la atención especializada, porque al común de los mortales sólo le llega el asunto como un capítulo más del dominio impostor de las grandes compañías y especialmente de sus gestores. La ausencia de criterios morales, el dominio del todo vale y la percepción de que son los reyes absolutos del mundo, que todo les está permitido, está llevando al capitalismo a una crisis que, crecida en su seno, puede acabar con él o modificarlo en un sentido que a Clonista se le escapa, pero que no debe andar muy lejos del intervencionismo estatal moderador y regulador. ¿Se necesitan más pruebas de que el mercado es incapaz de autorregularse? Ahí están los temporeros de Lleida, vagando de campo en campo sin encontrar quien los contrate, llevando una vida miserable y vagabunda. Magrebíes y subsaharianos serán alojados en un campamento de campaña levantado por el ejército y en el que podrán permanecer hasta finales de agosto. ¿Y después?  ¿Será que el caudillito, para fortalecer su neoliberalismo anticomunista y advertir a la debilitada clase media de que tiene serias amenazas contra las que solo él puede defenderla, permite que se vaya creando un lumpenproletariado cuya frontera con la delincuencia irá diluyéndose a marchas forzadas? Clonista no tiene vocación de analista social ni de politólogo, y está aquí simplemente para intentar averiguar si la realidad existe, es una barata ficción aterradora, el sueño de un dios demente, un discreto ejercicio de melancolía o un mal verso del monstruo de un soneto lleno de imposibles consonantes, pero la receta ortoaznardoxa, más policía, más cárceles, lo saca de su pequeña aventura pequeñoburguesa y le enfrenta con la tragedia imprevisible de los destinos humanos. Y entonces tiene que callarse.

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