sábado, 7 de noviembre de 2015

4-9-02

     Con el león desdentado todos se atreven, es evidente. Al fiscal del goppierno, el felpudo cardenalicio, se le alborota la melena y sale por las peteneras privadas de pedir al Supremo que libere Euskadi de los “nazis de Batasuna”. Clonista se percata inmediatamente de que, en según qué bocas, la realidad cambia de arriba abajo, espectacularmente. Oir a la encarnación del ultraconservadurismo beato y gubernoescuderil desmelenarse juridicopolíticamente en plan resistente antifascista que aguarda el desembarco de los aliados para reconquistar las libertades democráticas es más de lo que Clonista puede aceptar como realidad real, incluso real-en-sí, si se quiere. Es excesivo, a todas luces, incluso para las que Clonista no tiene. Si se quería sembrar la duda sobre la oportunidad de la iniciativa ilegalizadora, Cardenal la ha servido en bandeja, desde luego. Con ese aliado, más valía que el PSOE se lo hubiera pensado dos veces antes de lanzarse a la piscina. No ocurre lo mismo con Blair, a la hora de respaldar al amigo americano, su coherencia belicista sí que no admite dudas. Las dudas las generará, en todo caso, la anunciada presentación de las pruebas que justifiquen la guerra contra Sadam Husein. Dada la imposibilidad de la verdad consensuada en este mundo manipulador de la información, ¿con qué convencerá Blair y a quiénes? Si, al parecer, en el propio Congreso usamericano no ven clara la guerra de papá que quiere acabar Bush, ¿qué pruebas le habrán amañado a Blair los micincos o los ciáticos para persuadirlo de que en Irak se cuece el apocalipsis gaseoso? A veinticinco o treinta años vista, como con la desclasificación de los documentos reservados argentinos ha sucedido, se verá la creación de la realidad que se montó entonces, que se está montando ahora. Pero el sino de la sociedad es llegar siempre tarde a su cita con la realidad. No nos dejamos arrastrar por ella, sino que se nos impone a veces sutilmente y a veces burdamente. En el segundo caso, siempre es posible reaccionar. En el primero ni somos conscientes de a dónde nos lleva el viento descerebrado de la Historia escrita por muy pocas manos. En Israel, el Supremo ha dado marcha atrás y ha autorizado las deportaciones de familiares de terroristas. Vuelve la godomanía y, sin ningún recato, vuelve así mismo el Supremo sobre sus pasos precedentes y actúa conforme a los deseos gubernamentales, es decir, se suma patrióticamente a la lucha contra el infiel. De la anticipación conmemorativa del 11-S descubre hoy Clonista –siempre tardo para la sospecha y perezoso para intuir las malas intenciones– el morbo de la columnita titulada La Cuenta Atrás. La morbosidad no es otra que la posibilidad, explícita en esa contabilidad, de que vuelva a repetirse un atentado terrorista de similares características justo en la misma fecha, un año después. No, de similares no, sino de peores características, porque las obras del terror nunca pueden producir menos horror del producido con anterioridad: se desacreditarían. Los sentimientos, en la realidad prensada, están umbilicalmente unidos a la contabilidad. Frente a la memoria reciente de la gran catástrofe, ¿quién pasará sus ojos por los tenebrosos destinos de las víctimas del dictador guineano bien visto y saludado en la Moncloa y en el Elíseo, el líder carismático –como el caudibaraquito Aznar-  Obiang? Matar por hambre y  por falta de asistencia médica a opositores políticos previamente torturados debe de ser un pecado venial para los gobiernos demócratas europeos, y simplemente una torpeza política, ni siquiera pecado, para el goppierno del caudillito, que mantiene un silencio expresivo como un tratado con infinitas notas a pie de página. Sorprende bastante a Clonista que un recordatorio de tanta trascendencia como el comunicado por Benegas sólo haya merecido el espacio prensado de una Carta al Director, en vez de un artículo de fondo, una entrevista e incluso un viaje a la hemeroteca del propio diario de referencia de Clonista para satisfacer exhaustivamente la necesidad de información precisa que el recordatorio ya incluye, si bien escuetamente. La decisión de oponerse a la legalización de HB, resuelta administrativamente por Barrionuevo –un represor antidemocrático para El País, que lo eligió como la bestia negra contra la que luchar durante casi toda su gestión ministerial-, fue revocada por una decisión del Tribunal Supremo, es decir, por la instancia a la que vuelven sus ojos implorantes los ilegalizadores. La realidad siempre es, por definición, inabarcable, y muy a menudo ininteligible. La resignación a vivir “descolgado” de buena parte de lo que sucede se lleva mal cuando alguien se disfraza con la castradora vestidura talar de clonista y aspira, ¡además!, a identificar la realidad, ¡ahí es nada!, casi a levantar acta y dar testimonio de su existencia, o de su ficción, que viene a ser lo mismo. A estas alturas de año calendárico, a Clonista ni se le ocurre hablar de límites de la realidad, naturaleza de la misma, multiplicidad de ellas o trampantojos varios, pero es evidente que si ha de escoger la verdadera realidad, por encima de las decisiones bushamericanas o los vaivenes bursátiles cuyo aleteo de mariposa deja maltrechos tantos destinos individuales a los que golpea como les llegaba a los personajes de la tragedia griega la fatalidad,  escogería la escena que tuvo lugar en una playa de Barbate. Entre los inmigrantes desesperados que llegaron en patera hasta ella lo hicieron una madre nigeriana y su hija de seis meses de edad. La madre llegó exhausta y la pequeña lloraba desconsoladamente porque tenía hambre. Una enfermera de Protección Civil le pidió a una bañista, María Isabel Caro, un biberón como el que le había acabado de dar a su propio hijo, de dieciocho meses, para alimentar a la niña. Como rechazaba la tetina del biberón, sin duda por falta de costumbre, María Isabel se la puso al pecho y la niña mamó que era un contento. ¡Esa es la única realidad que merece su nombre alto, sonoro y significativo! A Clonista, que es padre, pero que siempre ha envidiado a las madres –si se inventó la tontería de la envidia del pene, ¿no podría haberse inventado algo bastante más serio como la envidia de la maternidad?-, se le abrieron las carnes de la emoción, porque supo, mientras leía la noticia, los muchos caminos del azar inescrutable que se cruzaron en aquella playa para producir el milagro cotidiano de la solidaridad que no existe, pues no hay prensa donde se estampe, salvo excepciones. Al volver la página, sin embargo, la otra cara de la realidad, una de las muchísimas que tiene, pero tal vez una de las más sombrías, abofetea al clonista y le vierte en las mismas carnes que antes abriera la emoción un chorro inmisericorde de salfumán: “Cuatro detenidos, 2 de ellos menores, por matar a palos a un vagabundo.” Los detalles sórdidos añaden que el robo fue la causa, y el “efecto personal” una billetera que estaba vacía, pero por la que luchó como quien lo hace por la esperanza, pues, para él, en aquel instante crucial de su vida debió representar la posibilidad de tener dónde meter el fruto de los buenos tiempos que no habrían de tardar. Murió a estacazos y, al final, el botín se redujo a un anillo, muy probablemente de escaso valor. El mendigo, búlgaro, ocupaba un banco de un parque y era de talante pacífico, según los vecinos de la zona. Para sus agresores, sin embargo, su bulgaridad y su soledad lo convertían en lo más cercano a un animal rastrero y dañino. ¿Una rata? Por ejemplo. Tras meses y meses no dándose por enterado de la bodísima  -acontecimiento que alcanza el rango de “episodio nacional” de la Moncloa de los Milagros que nadie nunca escribirá-, El País, sale, pocos días antes del enlace, con un despliegue informativo que da algo más que pelos y señales sobre el ¿evento? Y hasta invento, desde luego. Da para sainete, si siguiera el género vigente. ¿Acabará dando para una  morancada? Quizás sea, entre los dos o tres posibles e imposibles, su único destino espectacular, si el felpudismo reinante en TVE no se descuelga con un reportaje en Informe Semanal, algo que se sale de lo posible y lo imposible y cae del lado de lo caudillable. Ya se verá en qué queda la cosa.  En Francia la derechona se ha puesto el casco policial y pretende meter en cintura a la sociedad a golpes de leyes como la aprobación veraniega de la rebaja de las responsabilidades penales a los 13 años. “Depositarios de la autoridad pública” serán, a partir de ahora, todos los profesores, y no sólo los directores de los centros educativos. En consecuencia, cualquier vejación verbal a un profesor puede acarrearle al infractor una pena de hasta seis meses de prisión. Junto a ese paraguas, que puede parecer excesivo a quienes no lidian cada día con mozalbetes de todo pelaje, el gobierno de Chirac anuncia una reducción de plantilla cercana a los 3000 puestos de trabajo. Las novedades cinematográficas, a las que el clonista presta infinitamente más atención que al cansino y aburrido serial hebdomadario del fútbol –por más que esté dispuesto a reconocer que ese serial tiene una capacidad inverosímil de generar realidad y adicción-, son anunciadas como promesas que luego suelen defraudar a quienes aún distinguen la crítica de la propaganda. Lo mismo pasa con las novedades literarias y con cualesquiera novedades que sólo tienen de tales el hecho de aparecer. Que Patrice Leconte recobre el pulso de El señor Hire y de El marido de la peluquera les suena a gloria al clonista, y a su Conjunta. Tampoco parece un desperdicio Nackt (Probablemente Desnudos en castellano) de Doris Dörrie, pero todo se verá. Lo que ya se está viendo es que la nueva caída  de Wall Street, más propiamente Tabique Street, lucrará a cientos de vivos y espabilados a costa de cientos de miles de ingenuos y pardillos. La realidad de los dineros públicos admite alguna leve transparencia que contrasta con la opacidad de los dineros privados, a veces inexpugnable incluso para los controles estatales. Las subvenciones del gociuerno de Pujol a la empresa propietaria de Opening, que ha quebrado por bastante más de la mitad a quienes se han entrampado con un crédito para pagar los cursos de inglés que ofrecía, además de a sus propios trabajadores, habrán de ser explicadas en el Parlament. Lo que no se sabe es qué contendrá la plica, además de las exculpaciones de rigor. ¿Realidades o ficciones contables? ¿Proteccionismo económico o amiguismo? ¿Pallerolsadas o puro y simple despilfarro prepociutente?

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