domingo, 24 de enero de 2016

19-11-02

     Clonista propone y las realidades  disponen de él a su antojo, o casi. Es cierto que una reunión de padres en la escuela es de obligado cumplimiento, y no lo es menos que una tirada de 22 km de entrenamiento pasan su factura. Con todo, y aunque ayer fue noticia escuchada en la radio con antelación, la realidad prensada del día es el estado de alarma social permanente en que se vive o en que se nos hace vivir. La aventura criminomediática –o los archicitados quince minutos de gloria mediática a que se toca, por barba e imberbe, en la socialización de la fama- de un joven de 17 años malarmado, menos decidido y un mucho falto de luces –escolares y vitales- ha bastado para que toda una sociedad se alarme como si anduviera recorriendo las calles Jack el Destripador, recientemente identificado, para disgusto de mitómanos. Ese concepto de “alarma social”, tan usado por los jueces a la hora de tomar medidas cautelares, es en sí una burla descomedida. Clonista nunca se ha explicado que gente tan curtida en la hermenéutica de lo real como algunos fabricantes de realidades, prensadas y radiadas, se sorprendan, con la mayor de las ingenuidades, de que las preocupaciones sociales de los ciudadanos cambien de una estadística para otra; y se percatan de ello como si la influencia de sus medios no fuera determinante en la creación de esas prioridades sociales. ¿Qué fue de las vacas locas, por ejemplo? Y a fe que, en aquel entonces, se rozó la histeria colectiva. ¿Qué fue de la corrupción socialista, incluso ahora que el ingeniero Roldán ha obtenido el tercer grado? Pues eso. De más enjundia, para Clonista, es la acusación a Schröder de haber ocultado pésimos datos económicos antes de las elecciones. Aunque así fuera, ¿qué es el ejercicio del gobierno, sino el arte, también, de saber mantenerse en él? ¿Haría público cualquier responsable político unas cifras que invitan al electorado a votar al contrincante de uno? El cabreo monumental de la oposición cristianodemócrata se debe a la constatación de que el poder supremo no es el de disponer de las llaves del Presupuesto, sino de las de la información. Antes se decía que una persona sin información era una persona sin opinión. Hoy, cuestionada la información hasta límites inverosímiles, la opinión se multiplica hasta levantar realidades con fundamentos tan frágiles como oscuros. En el agresivo titular se venden las denuncias contra políticos argentinos que se han enriquecido a costa del hambre de sus compatriotas. En el cuerpo de la noticia se vuelven a describir, como días atrás, los impíos efectos del hambre en los más desfavorecidos. En Melilla, los perros de la Guardia Civil detectaron un alijo de hachís de 760 kilos en un camión militar que se dirigía a Almería. Que la vida militar es dura se sabía. Que necesitan colocarse para soportarla se sabe ahora. Que, una vez colocado, un teniente machimandón acabe en presunto violador es una sutil digresión jerárquica que no debe de andar muy lejos de la realidad. El teniente en cuestión ha sido repatriado desde Bosnia y le esperan tiempos judiciales duros que probablemente Clonista no llegará a comentar, al paso que la justicia, se supone que la civil, da salida a cuantos casos se plantean en sus tribunales. En Puebla de Sanabria –Clonista, ¡ay!, ganó la travesía de su hermoso lago cuando tenía 14 años- se alzan los molinos gigantescos de un parque eólico. ¿Por qué jamás le ha parecido a Clonista que esos monstruos felones estropeen el paisaje, se coloquen donde se coloquen? Los ecos cervantinos tendrán mucho que ver, supone. No eran infundadas las dudas sobre la escasa dignidad del Síndico de Cuentas, el buen Marià, fiel servidor de su amo, que ya le recompensará con creces los servicios prestados. O igual no, y el buen Marià se limita a poner la cara y sólo recibirá, después, el olvido desagradecido del cortijero: otro leve enigma que deja sembrado Clonista para futuros herederos de su aventura, si bien pocos habrá que sean capaces de atarse al potro de la tortura por la que está acabando de pasar este absurdo buscador de realidades. ¡Cuánta propaganda destilan los anuncios de los sucesos culturales! Resultan estomagantes. Menos mal que a Clonista le anima el final de la jornada el arrebato celoso y pueril de Fungairiño, el fiscal pinochetista, que se ha quedado sin poder ejercer la acusación, esto es, la exculpación, en el caso Botín-Amusátegui. Como la jueza ha optado por el fiscal de la Fiscalía Anticorrupción, que a Fungairiño le debe parecer un nido de socialistas viperinos, está el buen hombre que no vive, desasosegado con la idea de que a los pilares económicos de la sociedad se les pueda caer el pelo que ya no tienen.

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