19-11-02
Clonista
propone y las realidades disponen de él
a su antojo, o casi. Es cierto que una reunión de padres en la escuela es de
obligado cumplimiento, y no lo es menos que una tirada de 22 km de
entrenamiento pasan su factura. Con todo, y aunque ayer fue noticia escuchada
en la radio con antelación, la realidad prensada del día es el estado de alarma
social permanente en que se vive o en que se nos hace vivir. La aventura
criminomediática –o los archicitados quince minutos de gloria mediática a que
se toca, por barba e imberbe, en la socialización de la fama- de un joven de 17
años malarmado, menos decidido y un mucho falto de luces –escolares y vitales-
ha bastado para que toda una sociedad se alarme como si anduviera recorriendo
las calles Jack el Destripador, recientemente identificado, para disgusto de
mitómanos. Ese concepto de “alarma social”, tan usado por los jueces a la hora
de tomar medidas cautelares, es en sí una burla descomedida. Clonista nunca se
ha explicado que gente tan curtida en la hermenéutica de lo real como algunos
fabricantes de realidades, prensadas y radiadas, se sorprendan, con la mayor de
las ingenuidades, de que las preocupaciones sociales de los ciudadanos cambien
de una estadística para otra; y se percatan de ello como si la influencia de
sus medios no fuera determinante en la creación de esas prioridades sociales.
¿Qué fue de las vacas locas, por ejemplo? Y a fe que, en aquel entonces, se
rozó la histeria colectiva. ¿Qué fue de la corrupción socialista, incluso ahora
que el ingeniero Roldán ha obtenido el tercer grado? Pues eso. De más enjundia,
para Clonista, es la acusación a Schröder de haber ocultado pésimos datos
económicos antes de las elecciones. Aunque así fuera, ¿qué es el ejercicio del
gobierno, sino el arte, también, de saber mantenerse en él? ¿Haría público
cualquier responsable político unas cifras que invitan al electorado a votar al
contrincante de uno? El cabreo monumental de la oposición cristianodemócrata se
debe a la constatación de que el poder supremo no es el de disponer de las
llaves del Presupuesto, sino de las de la información. Antes se decía que una
persona sin información era una persona sin opinión. Hoy, cuestionada la
información hasta límites inverosímiles, la opinión se multiplica hasta
levantar realidades con fundamentos tan frágiles como oscuros. En el agresivo
titular se venden las denuncias contra políticos argentinos que se han
enriquecido a costa del hambre de sus compatriotas. En el cuerpo de la noticia
se vuelven a describir, como días atrás, los impíos efectos del hambre en los
más desfavorecidos. En Melilla, los perros de la Guardia Civil detectaron un
alijo de hachís de 760 kilos en un camión militar que se dirigía a Almería. Que
la vida militar es dura se sabía. Que necesitan colocarse para soportarla se
sabe ahora. Que, una vez colocado, un teniente machimandón acabe en presunto
violador es una sutil digresión jerárquica que no debe de andar muy lejos de la
realidad. El teniente en cuestión ha sido repatriado desde Bosnia y le esperan
tiempos judiciales duros que probablemente Clonista no llegará a comentar, al
paso que la justicia, se supone que la civil, da salida a cuantos casos se
plantean en sus tribunales. En Puebla de Sanabria –Clonista, ¡ay!, ganó la
travesía de su hermoso lago cuando tenía 14 años- se alzan los molinos
gigantescos de un parque eólico. ¿Por qué jamás le ha parecido a Clonista que
esos monstruos felones estropeen el paisaje, se coloquen donde se coloquen? Los
ecos cervantinos tendrán mucho que ver, supone. No eran infundadas las dudas sobre
la escasa dignidad del Síndico de Cuentas, el buen Marià, fiel servidor de su
amo, que ya le recompensará con creces los servicios prestados. O igual no, y
el buen Marià se limita a poner la cara y sólo recibirá, después, el olvido
desagradecido del cortijero: otro leve enigma que deja sembrado Clonista para
futuros herederos de su aventura, si bien pocos habrá que sean capaces de
atarse al potro de la tortura por la que está acabando de pasar este absurdo
buscador de realidades. ¡Cuánta propaganda destilan los anuncios de los sucesos
culturales! Resultan estomagantes. Menos mal que a Clonista le anima el final
de la jornada el arrebato celoso y pueril de Fungairiño, el fiscal
pinochetista, que se ha quedado sin poder ejercer la acusación, esto es, la
exculpación, en el caso Botín-Amusátegui. Como la jueza ha optado por el fiscal
de la Fiscalía Anticorrupción, que a Fungairiño le debe parecer un nido de
socialistas viperinos, está el buen hombre que no vive, desasosegado con la
idea de que a los pilares económicos de la sociedad se les pueda caer el pelo
que ya no tienen.
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