22-11-02
Camino del
final de noviembre, cuando la publicidad adelanta la estúpida necesidad de los
futuros desembolsos que comprarán la felicidad, Clonista se mete en la
tormentosa época de las correcciones laborales y la realidad se desvanece,
oscurecida por la montaña atroz de ejercicios que se la oculta. Con todo, y durante un examen sobre El Lazarillo, ha podido abrir la
realidad prensada y advertir el cisco que se ha armado entre los expertos y los
irresponsables políticos a cuenta de la divergencia entre las estimaciones de
los primeros y las mentiras de los segundos. Al otro lado de la página, y
enmarcando la prepotencia usamericana, tres breves de relieve se personalizan
en sus responsables: GarZón, Pujol y Rajoy. Noticias, en definitiva, de nombres
propios que forman parte de ese difuso pero extendido culto a la personalidad
que tanto denuestan los historiadores y que, sin embargo, tanto acaba
explicando de la mediocridad de lo real. GarZón se lanza a lo que no se sabe si
acabará siendo una garZonada más de las muchas de su dilatada carrera: imputar
a 20 miembros de B su pertenencia a ETA. Pujol continúa su acoso y derribo
contra el presidente de La Caixa. Y Rajoy propone que PP y CiU se unan en
Cataluña y se conviertan en la “Baviera” española. Lo que calla es que ya
tendrían dos Bavieras, si se cuenta la Baviera gallega. Allí tienen, eso sí, un
legítimo Strauss; aquí tendrían un sucedáneo. Después de un nuevo atentado
suicida más, con varios niños entre las víctimas, ¿alguien aún está convencido
en Israel de que la mano dura o el genocidio militar servirán para detener esa
barbarie terrorista? Ni convirtiendo Israel en un estado policial o Palestina
en un inmenso campo de concentración se podrían evitar esos ataques suicidas
fanáticos. Y aun así, ¿por qué es de cajón que el candidato más perjudicado es
el laborista? El voto es un acto libre,
cuando lo es, pero en ningún caso puede considerarse, sino con un exceso de
ingenuidad y buena fe, que sea un acto racional. Eso lo deben saber bien los
argentinos, que, contra toda lógica, han elegido ladrones, como Julio Miranda,
gobernador peronista de Tucumán, que han permitido que la hambruna se cebe en
los más débiles. Pero ahí están, dispuestos a volvérselos a regalar, los votos,
a políticos sinvergüenzas como Menem, que anda maquinando cómo volver a ser
elegido para seguir rapiñando. La realidad prensada se condensa a veces como un
Aleph en el que a Clonista le saltan a los ojos los zarpazos enajenados de las
bestias humanas: los fanáticos islamistas nigerianos se han alzado en armas
blancas y bidones de gasolina contra la celebración del concurso de Miss Mundo en su país. Hasta
el presente llevan ya 50 asesinatos, acuchillados e incinerados algunos de
ellos. La exhibición de las mujeres ante el público en bañador es algo “ofensivo
e inmoral”. Una afirmación, por cierto, que subscribirían más de tres
feministas. Por otro lado, en Suráfrica, los presos han hallado un arma de
tortura que logra elevar la crueldad humana a la altura de sus más deleznables
niveles: el “pinchazo lento”. Consiste en asesinar a un recluso que no obedezca
a las mafias internas mediante la violación llevada a cabo por un infectado por
el virus del sida. La especie humana dispone, no obstante, de un recurso
amortiguador del horror: el humor negro. Han detenido al asesino que organizó
el atentado de Bali, y a los creadores de la realidad prensada no se les ocurre
otra cosa que hablar de la detención del cerebro, presunto, claro, del atentado
de Bali. Recuerda Clonista que se había propuesto salir un día de los cauces
trillados de la realidad prensada para descubrir las otras realidades que
también estaban en ella. No lo ha cumplido, pero tampoco importa, pues ya se
encargan esas realidades de abrirse su camino hacia Clonista. Un anuncio, de
página, de Cartier, con una figuración espacial, rompe ¿por primera vez? –Clonista
estaría dispuesto a garantizar que sí, pero puede equivocarse, por supuesto- la
sección de Opinión y se interpone entre los dos artículos de fondo del día, en
cesión a la cartera de clientes preferentes, se supone. El discurso
publicitario se abre paso e intenta dominar la realidad prensada casi como
domina el suplemento Tentaciones,
diseñado para unos lectores jóvenes cuyo sentido de las fronteras entre los
discursos es tan laxo como colorista su suplemento. La catástrofe del Prestige está sirviendo para poner de
relieve la opacidad de las empresas que se dedican al trabajo sucio del
transporte del crudo, a juzgar por la tupida red de sociedades interpuestas a
través de las cuales se hacen esos negocios. Que ahora se sepa que los dueños
del Prestige son los mismos del Mar Egeo, naufragado también frente a La
Coruña añade una nota de macabra ironía al desastre actual. Trillo y su
caudillito paseaban entusiasmados su ardor guerrero en la reunión de la OTAN,
ofreciéndose para todo, pero el prototipo de caza de combate español acaba de
estrellarse tras haber sufrido una parada de sus dos motores en pleno vuelo, al
parecer por un error informático. Verdú sostiene que la televisión es
irreformable, porque, más allá de la manipulación de lo real, ella misma ha
acabado convirtiéndose en lo real, de manera que, como dice, no sin gracia,
“reclamar que cambie la televisión es prácticamente lo mismo que presentar una
protesta contra el clima o la orografía”, forma parte de nosotros mismos. Nota
lexicográfica: el “top manta” del que se habla en un reportaje sobre el fraude
en el mercado discográfico español es una expresión que Clonista oyó a Ramoncín
en un programa radiofónico de Fernando G. Delgado, donde fue muy celebrada.
Ignora, obviamente, si la paternidad es del Rey del Pollo Frito o bien se
limitó a dar publicidad a una invención ajena, pero ahí queda el dato. Una
noticia habla de una realidad de cine negro: un marido, devorado por los celos,
convenció a su mujer para que le ayudara a asesinar al amante de ésta una vez
que rompió su relación adúltera y volvió con él. La concesión de cualquier
premio es siempre polémica, como debe ser, pero el Premio Nacional de Teatro
otorgado a José Luis López Vázquez no debería serlo. Clonista, que es un
rendido admirador de quien posee una vis cómica equiparable a la de José Isbert
o a la del mismísimo Groucho, siempre ha pensado que una inspirada película de
“montaje” con secuencias de sus intervenciones en sus más de doscientas
películas sería un éxito de taquilla absoluto. Javier Fesser, que dirigió esa
rareza singular que fue El milagro de P.
Tinto, una extravagancia cachondísima, ha acabado La gran aventura de Mortadelo y Filemón. La foto que ilustra la
información, un prodigio de reparto –Clonista se resiste al casting-, preludia maravillas. Clonista
lamenta no estar aquí cuando sea el momento de comentar el estreno, previsto
para febrero de 2003. Esta brevísima reflexión introduce ya la nostalgia por lo
perdido antes de acabar la aventura, que no de culminarla ni mucho menos de
coronarla.
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