lunes, 29 de febrero de 2016

21-12-02

Segunda taza del día después de la primera noche de auténtica recuperación del trimestre agotador y después de una tirada amena,  cómoda y relajada  de 17 km. La realidad se ha estancado desde hace más de un mes, como si el chapapote famoso la hubiera inundado e hiciera imposible que se desenvolviese con el ritmo habitual con que lo venía haciendo hasta ahora. Cualquier noticia palidece ante esa mancha de fuel “de la extensión de Menorca” que baila su macabra danza frente a la Costa da Morte, como si el nombre la hubiera convocado. Sí ha servido, al menos, para que Rato abandone el culto a su divinidad particular, el Gran Déficit Cero, si bien a regañadientes y arremetiendo contra las comunidades autónomas, a quienes culpa de la desviación. ¿Podrá culpar a alguien del regateo infame para pagar menos por día a los pescadores que recogen el chapapote en que ha caído el goppierno? Blix, el encargado de la inspección en Irak, riza el rizo de la ingenuidad y pide a los servicios secretos bushblairianos que le digan dónde están los depósitos de armas, cuya existencia y paradero tan bien conocen, para poder inspeccionarlos. Pues la realidad se escribe así también. Luchar para conquistar lo obvio es una empresa no menor de la afrontada por Clonista. La nueva manifestación convocada por el lehendakari contra ETA debería ser un asunto que fortaleciese la unidad democrática y que sirviera para manifestar los acuerdos básicos de todas las fuerzas democráticas. Lo obvio se destiñe, sin embargo, por la contumacia con que unos y otros se han encastillado en la desconfianza. Y es bien lógico que suceda así, a juzgar por el mareo de la perdiz que constituye la acción de gopnvierno de Ibarretxe, quien no se puede quejar de que se haya instalado la política de la sospecha en una situación de excepción como la que se vive en las vascongadas, y ello a pesar de que sea la parte de España donde los negocios van viento en popa, a pesar de los pesares, tal y como los indicadores económicos señalan. Sobre ese aspecto: degradación de la vida democrática y auge simultáneo de los negocios no suele Clonista leer muchos análisis, pero los expertos deberían escribirlos. Que la democracia es a veces un estorbo para el capital bien se sabe, pero que no lo sea el terrorismo requiere de alguna explicación más allá de la supuesta inmunidad que conceda el robo revolucionario. Realidad paralela, aunque no del todo semejante, es el veto de Usamérica y la oposición de la UE y de Suiza al acuerdo de la Organización Mundial de Comercio para facilitar el acceso de los países pobres a los medicamentos genéricos. ¡Qué poder el de las empresas farmacéuticas! Eso sí que es un poder, y no el de los lacayos políticos que defienden sus ganancias. Los éxitos de la técnica siempre arrastran la curiosidad y la admiración humanas. La presencia imponente de una tuneladora de 92 metros, ante la que se ve la insignificancia de los policiúticos que se retratan ante ella como si acabara de salir de sus manos, impresiona a Clonista en lo poco o mucho que éste, y sus semejantes, tengan de homo faber. Hacía tiempo que El Roto Rábago no clavaba su editorial como hoy: manifestación unipersonal –¡caudifaltaba más!- de Aznar con pancarta donde escupe –que en él vale tanto como reza-: “¡Pueblo dimite! ¡El gobierno no te admite!” Que firme, además, El Presidente, clava aún más la necesidad patética y cargante del personaje de serlo de en-cargo, de las patronales, obviamente. Como Marià Nicolás, fiel a su ex jefe de Banca Catalana hasta el ridículo final, el intelectual orgánico Villatoro exhibe su servilismo mediático y reverencial a la figura ya caducada de Pujol, quien dispone en su teleciu de barra libre y venga cuando quiera, que tenemos el NO-DO en guardia de veinticuatro horas a su disposición. A Clonista, con todo, son las inversiones fallidas las que le llaman la atención de una empresa en pérdidas geométricas como le ocurre a la televisión catalana. ¿No hay ningún control externo de la oportunidad o inoportunidad de unas inversiones que, como en el presente caso, pueden acabar siendo ruinosas para el erario público? Probablemente el descontrol de los dineros públicos sea la causa del  creciente distanciamiento de la ciudadanía del sistema democrático. No es este un país amigo de las cuentas claras y los gastos justificados: un contable es, aquí, a efectos prácticos, casi un novelista. Nada que ver, no obstante, con la “Necesidad de la literatura” que proclama Emilio Lledó en una reflexión tan acertada como hermosa, aunque tópica. ¿Quién no tiene un “Elogio de la palabra” para cuando la ocasión lo requiera? Quienes viven ante, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hasta, hacia, por, según, sin, sobre, tras y para ellas lo saben bien, aunque no sepan expresarlo, por lo común, con tanta belleza y precisión como Lledó, por supuesto. Punto por punto va pasando revista ordenada a las virtudes de la palabra escrita, y aun dicha, pues, como bien señala, aquel “Canta, Musa, la cólera de Aquiles” marcó los límites del territorio de la ficción donde los lectores pueden huir del esfuerzo alienador de lo real insustancial que gobierna las sociedades y cosifica a las personas. No son, propiamente, ideas que pertenezcan a la realidad prensada, aunque estén en ella, como huéspedes importunos. Clonista se horroriza ante las muecas desesperadas de sus alumnos de bachillerato que habrán de leer este texto de Lledó y oye, por adelantado, la solemne queja de la ignorancia: “¡No me entero de nada, pero es que de nada!” Lo que para ellos equivale a sentenciar que es el texto el que nada dice y, por supuesto, un auténtico don Nadie quien lo dice. ¿En qué programa sale, ese Lledó? No existe, pues. Y todos tan contentos.

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