21-12-02
Segunda taza del día después de la primera noche de
auténtica recuperación del trimestre agotador y después de una tirada amena, cómoda y relajada de 17 km. La realidad se ha estancado desde
hace más de un mes, como si el chapapote famoso la hubiera inundado e hiciera
imposible que se desenvolviese con el ritmo habitual con que lo venía haciendo
hasta ahora. Cualquier noticia palidece ante esa mancha de fuel “de la
extensión de Menorca” que baila su macabra danza frente a la Costa da Morte,
como si el nombre la hubiera convocado. Sí ha servido, al menos, para que Rato
abandone el culto a su divinidad particular, el Gran Déficit Cero, si bien a
regañadientes y arremetiendo contra las comunidades autónomas, a quienes culpa
de la desviación. ¿Podrá culpar a alguien del regateo infame para pagar menos
por día a los pescadores que recogen el chapapote en que ha caído el goppierno?
Blix, el encargado de la inspección en Irak, riza el rizo de la ingenuidad y
pide a los servicios secretos bushblairianos que le digan dónde están los
depósitos de armas, cuya existencia y paradero tan bien conocen, para poder
inspeccionarlos. Pues la realidad se escribe así también. Luchar para
conquistar lo obvio es una empresa no menor de la afrontada por Clonista. La
nueva manifestación convocada por el lehendakari contra ETA debería ser un
asunto que fortaleciese la unidad democrática y que sirviera para manifestar
los acuerdos básicos de todas las fuerzas democráticas. Lo obvio se destiñe,
sin embargo, por la contumacia con que unos y otros se han encastillado en la
desconfianza. Y es bien lógico que suceda así, a juzgar por el mareo de la
perdiz que constituye la acción de gopnvierno de Ibarretxe, quien no se puede
quejar de que se haya instalado la política de la sospecha en una situación de
excepción como la que se vive en las vascongadas, y ello a pesar de que sea la
parte de España donde los negocios van viento en popa, a pesar de los pesares,
tal y como los indicadores económicos señalan. Sobre ese aspecto: degradación
de la vida democrática y auge simultáneo de los negocios no suele Clonista leer
muchos análisis, pero los expertos deberían escribirlos. Que la democracia es a
veces un estorbo para el capital bien se sabe, pero que no lo sea el terrorismo
requiere de alguna explicación más allá de la supuesta inmunidad que conceda el
robo revolucionario. Realidad paralela, aunque no del todo semejante, es el
veto de Usamérica y la oposición de la UE y de Suiza al acuerdo de la
Organización Mundial de Comercio para facilitar el acceso de los países pobres
a los medicamentos genéricos. ¡Qué poder el de las empresas farmacéuticas! Eso
sí que es un poder, y no el de los lacayos políticos que defienden sus
ganancias. Los éxitos de la técnica siempre arrastran la curiosidad y la
admiración humanas. La presencia imponente de una tuneladora de 92 metros, ante
la que se ve la insignificancia de los policiúticos que se retratan ante ella
como si acabara de salir de sus manos, impresiona a Clonista en lo poco o mucho
que éste, y sus semejantes, tengan de homo
faber. Hacía tiempo que El Roto
Rábago no clavaba su editorial como hoy: manifestación unipersonal
–¡caudifaltaba más!- de Aznar con pancarta donde escupe –que en él vale tanto
como reza-: “¡Pueblo dimite! ¡El gobierno no te admite!” Que firme, además, El Presidente, clava aún más la
necesidad patética y cargante del personaje de serlo de en-cargo, de las
patronales, obviamente. Como Marià Nicolás, fiel a su ex jefe de Banca Catalana
hasta el ridículo final, el intelectual orgánico Villatoro exhibe su servilismo
mediático y reverencial a la figura ya caducada de Pujol, quien dispone en su
teleciu de barra libre y venga cuando quiera, que tenemos el NO-DO en guardia
de veinticuatro horas a su disposición. A Clonista, con todo, son las
inversiones fallidas las que le llaman la atención de una empresa en pérdidas
geométricas como le ocurre a la televisión catalana. ¿No hay ningún control
externo de la oportunidad o inoportunidad de unas inversiones que, como en el presente
caso, pueden acabar siendo ruinosas para el erario público? Probablemente el
descontrol de los dineros públicos sea la causa del creciente distanciamiento de la ciudadanía
del sistema democrático. No es este un país amigo de las cuentas claras y los
gastos justificados: un contable es, aquí, a efectos prácticos, casi un
novelista. Nada que ver, no obstante, con la “Necesidad de la literatura” que
proclama Emilio Lledó en una reflexión tan acertada como hermosa, aunque
tópica. ¿Quién no tiene un “Elogio de la palabra” para cuando la ocasión lo
requiera? Quienes viven ante, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hasta,
hacia, por, según, sin, sobre, tras y para ellas lo saben bien, aunque no sepan
expresarlo, por lo común, con tanta belleza y precisión como Lledó, por
supuesto. Punto por punto va pasando revista ordenada a las virtudes de la
palabra escrita, y aun dicha, pues, como bien señala, aquel “Canta, Musa, la
cólera de Aquiles” marcó los límites del territorio de la ficción donde los
lectores pueden huir del esfuerzo alienador de lo real insustancial que
gobierna las sociedades y cosifica a las personas. No son, propiamente, ideas
que pertenezcan a la realidad prensada, aunque estén en ella, como huéspedes
importunos. Clonista se horroriza ante las muecas desesperadas de sus alumnos
de bachillerato que habrán de leer este texto de Lledó y oye, por adelantado,
la solemne queja de la ignorancia: “¡No me entero de nada, pero es que de nada!”
Lo que para ellos equivale a sentenciar que es el texto el que nada dice y, por
supuesto, un auténtico don Nadie quien lo dice. ¿En qué programa sale, ese
Lledó? No existe, pues. Y todos tan contentos.
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