domingo, 7 de febrero de 2016

3-12-02

Hoy no está Clonista para nada, ni para realidades reales ni para realidades clonicadas ni para realidades ignotas o fantaseadas. Debería hacerle caso a su primogénito y declarar el día “cerrado por fiebre”. Pero con ese vaivén del entendimiento y la percepción a que obliga la fiebre, Clonista se arma de valor y repasa, hasta donde le lleguen las fuerzas, una realidad que se ha ennegrecido de fuel hasta límites insoportables. Los momentos cruciales ponen a prueba a los gobernantes, y a los administrados. El buen Cascos, pillado en cacería de rebecos mientras Galicia se pringaba –entre otras cosas por la incompetencia inicial de alejar el barco mar adentro, frente a otras teorías más razonables (aunque a toro pasado es siempre fácil decirlo) que aconsejaban delimitar los daños a una acotada zona de costa- casi se ha ahogado por la carlanca después de haber arremetido con rabia murcielaguil contra la oposición, recordándoles los tiros en la nuca, la cal viva y otros espeluznantes episodios nacionales pasados. Ahora bien, de por qué andaba tras los rebecos por los recovecos del Pirineo, en vez de estar en un puesto de mando del que desertaron todos los miembros del goppierno y del gallegoppierno también al grito de ¡vámonos de caza y marisma que esto no hay quien lo arregle!, o algo parecido, pues ni mu, es decir, ni mu. El recurso caudillar a la conjura prisocialista ocupa hoy la anterior judeomasónica con un desparpajo que llega a límites intolerables. Clonista teme, con todo, que haya una mayoría que acabe votando los 25 años de Pazvabien. De momento, los bancos se enfrentan a los jueces y dicen que de revelaciones ni tantico así. Ni a la jueza de Gescartera, ni al que investiga el caso Turismo en Cataluña. Ellos son como los sacerdotes: profesionales del secreto de confesión. Lula desea una UE en Sudamérica, con moneda común incluida. Tiene sentido. Globalizan, sí, pero a microescala, y estarían en condiciones del gran reto: competir, vender, ganar divisas, reducir deuda, etc. Se supone que también repartir, pero es siempre el último paso y para el que siempre, además, surge una retahíla de inconvenientes que ya quisieran las mil y una noches. La ignorancia de Clonista es tan palmaria que no necesita recordarlo, pero no deja de darle vueltas a la idea de que surgiera una economía que se desarrollara al margen de las bolsas, una economía productiva que no dependiera del juego, sino de la calidad de los productos y de la seriedad de los fabricantes. No hará muchos días leyó, y no lo anotó, que un empresario había hecho bien en no sacar su empresa a bolsa, lo que le había permitido no solo mantener el negocio sino ampliarlo. El paradigma del delito económico en España, Mario Conde, aspira a que le concedan el tercer grado a los cuatro meses de haber vuelto a la cárcel. Del dinero sustraído nunca más se supo, pero, como decía un corresponsal días atrás en las Cartas al Director, ¿a quién quieren hacer creer que Roldán vaya a necesitar el trabajo que le pudieran ofrecer para poder vivir, cuando tiene un fortunón testaferrado a su disposición? Sí, se empeñan en tomarnos por imbéciles, como sostenía el corresponsal. Flaquean ya las fuerzas. Clos las saca de su Folclòsrum y exhibe la bendición apostólica de Santana, mejor guitarrista, ¡dónde va a parar!, que telepredicador, pero este Clos tiene una tendencia religiosoide que se agarra a cualquier crucifijo ardiendo, la verdad sea dicha. ¡Qué lamentable la situación de la viuda de Bardem! Al final, las estrecheces económicas se han cernido sobre ella, a solas, sin él, quien en los últimos años malganaba apenas de una conferencia aquí y otra allá por la que le pagaban lo justo para sobrevivir. La SGAE le pasará una pensión de 1.200 euros mensuales. A su lado, el endeudamiento hasta el 78% de la renta de las familias españolas ofrece esa imagen de la españavabién que ya nadie puede creerse, desde luego. Antes tampoco, porque el reparto de la riqueza bajo el poder del goppierno ha sido siempre exageradamente desigual; pero la propaganda tiene unas cotas de eficacia harto curiosas, aunque a la larga acaba desfalleciendo, sobre todo si se le ocurre correr sobre terrenos llenos de alquitrán.

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