FEBRERO
1-2-02
Lo
escrito: un exceso de información. El embotamiento sufrido al abrirse a la realidad
periódica le lleva al Clonista a la mezcla clásica de las churras y las
merinas. El foro globalizador y su antiforo, ancestral versión de la vieja
lucha entre la luz y las tinieblas se reparten desigualmente la atención de los
manipuladores. Más cerca, de nuevo vuelve lo que nunca se ha ido: la lucha
eterna contra el terrorismo de ETA. Ningún político dirá nunca lo que todos
piensan: es una lucha que no tendrá fin; sus muertos son como los muertos de la
carretera: materia de estadística. Si se empezara por reconocer lo más
elemental, quizás la palabra solución podría volver a ser entendida en su
significado propio, no en el malabarista de las campañas electorales. ¡Qué
cansancio infinito el que produce sobrevivir a la carga de tantísima noticia como
abruma al sufrido lector! Incluso hay noticias que no pertenecen sino a la
ficción. El genocida Ariel Sharon lamenta no haber acabado con Yasir Arafat
cuando lo tuvo a huevo, y éste, aislado y desasistido, persiste en su tenacidad
estéril de buscar acuerdos imposibles. No. Esta realidad que incluso impide
cumplir con el escueto rito clonicador no es humana. Tempus fugit, sí, pero lo
hace, además, estirando del Clonista hasta descoyuntarlo, con la frialdad del
asesino Henry. Demasiado fragmentado todo, demasiado cerebral. La dispersión es
médula de lo real. Y en ello estamos: cañita azotada por el huracán.
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