18-2-02
Un día es
una suma de tiempos muertos, del mismo modo que un diario es una resta de
espacios vacíos. La monotonía laboral, agobiante y castradora, solo te impide
reparar en que la realidad es una dimensión que se te escapa, un formidable
agujero negro que se traga cuanto te ofrecen las prensas sin la ilusión de lo
perdurable, ciertamente. El ojo que observa, sometido al desgaste de la
pantomima repetida, es incapaz a veces de siquiera distinguir entre la sombra y
el bulto, entre el perfil y el espejismo. Y el tiempo, esa variable de lo real
que hace un poco la guerra por su cuenta, aunque siempre en tu contra, se
escabulle con bastante mayor rapidez de lo que esta clónica puede dar a
entender. ¡Ah, el lenguaje sucesivo! En el cuadro prensado de la realidad, el
ojo del observador no puede ordenar nada: ha de seguir el lendel trazado por el
mulo, y poca improvisación le cabe. Desde el mosaico precipitado de la portada,
pasando por el bélico y catastrófico paseo internacional, hasta las naderías
solemnes y obviedades envaradas del propio país, el observador va engullendo
los tiernos materiales con que construir una realidad que, así que llega a la
contraportada, se habrá sumido en el más pavoroso de los olvidos. Mientras, ha
tenido que leer cómo Sharon promete lo mismo que Aznar. El israelí promete
ganar la guerra contra los palestinos a cualquier precio. El español promete
acabar con ETA, pero está obligado a callar la ausencia de precio. Bonitas
mentiras liro liro liro lara liro la. Zapatero se compromete -que es otro
prometer- a crear un Ministerio de la Juventud: la realidad modificada por
decreto. Por cierto, en las encuestas de la SER, Zapatero siempre es el
político mejor valorado, y el PP el partido que amenaza con repetir mayoría
absoluta: ¿No será que los votantes creen que Zapatero sería el mejor candidato
del PP? Los jueguecitos banales e insulsos de la política tienen esto: permiten
formular teorías peregrinas que pueden ser tomadas perfectamente en serio; algo
así como lo que ocurría con aquel jardinero de Being There, magníficamente “incorporado” por el extinto e
inconmensurable Peter Sellers. Y más de estadísticas, el becerro de oro
político: una de cada cinco mujeres de la UE ha sufrido la violencia doméstica,
que en modo alguno tiene nada que ver con una posible domesticación de los
instintos, antes al contrario. Y en todos los territorios de la UE rezará el
mismo axioma: solo los cobardes se atreven a pegar a una mujer. Será que existe
una coletilla “en público”, fácilmente negligible
en privado, está claro. Por eso será por lo que Albert Pla sostiene que “si la
gente no quiere despertar, lo mejor será dormirla del todo”. Él pretende
conseguirlo con nanas -¡suerte de que sea músico!-; Hitler hizo lo propio, pero
con gas. Es impagable, el amigo Pla, y poco plagable, además, y nada plagiable,
sobre todo. Un encanto de criatura que canta. Y para acabar el día, para
cerrar, la verdadera realidad es siempre la última realidad, la económica. Y en
esa orquestación de los destinos de los pueblos, un dato pasto de polémica
inminente: Madrid atrae el 72% de la inversión extranjera en España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario