5-2-02
Ventana es
la metáfora manida y rota, porque son muchas las pedradas que contra ella se
han lanzado. Pero cuando uno se asoma a ella lo que ve no es lo vivo, sino el
fieltro multicolor de la realidad donde sus creaciones, ensartadas en
alfileres, mantienen su decoro funeral y taxidérmico. No es que algo huela a
podrido, que también, sino que todo se vuelve mojama, al ser contemplado a
través de la única ventana escrita que se abre a todo el mundo. Y no le cuesta
nada al Clonista reconocer que muchas veces mira con cierta desgana, y hasta
con un puntito de altivez y desprecio, como si esas sombras dramáticas fueran
una mala representación de lo que se supone que debería ser lo real. Hay mucho
de simulacro en todo esto, demasiado. Pero vayámonos, como corresponde, de
paseo, a medio camino entre el turismo alucinado y la exploración insólita, por
un mundo desquiciado, lo que ha sido, de hecho, su condición sempiterna. De hoy
destaca algo que afecta al Clonista en cuanto docente: el regreso de la
reválida y la creación de itinerarios a partir de 3º de ESO, para evitar que las
clases se conviertan en un tótum revolútum que acabe perjudicando a todos: a
los que no saben, porque siguen sin aprender; y a quienes quieren aprender,
porque no se les puede enseñar. ¡De qué manera se aprecia, cuando uno está al
cabo de la calle de una parcelita mínima de la realidad, la facilidad con que
los políticos pueden utilizar la demagogia! Los bellos ideales igualitaristas
del PSOE han destrozado la educación pública en este País, y el PP se limita a
darle la puntilla a un sistema que ni siquiera con este parcheo será capaz de
sobrevivir a lo que es, ésa sí, una realidad de una contundencia inapelable: a
los catorce años no se puede obligar a aprender a nadie, ni hay quien sea capaz
de seducirlos para domesticarlos, alienarlos o castrarlos socialmente. El Clonista
sabe de lo que habla, porque se le va yendo la vida en una profesión ingrata
que desgasta como el vitriolo. Y cuando uno está en contacto con las
limitaciones y las carencias más radicales, de poco valen los discursos
bienintencionados, pero meapilas, del igualitarismo a ultranza con los que la
izquierda se pone la venda ante los ojos para no ver la triste herencia que
dejó quien quería que se le recordase, precisamente, por su labor en esa
parcela de lo real. ¿Qué tendrá que ver la desdichada muerte de una mujer en
una clínica pirata, cuando se estaba sometiendo a una liposucción, con la
educación? Probablemente mucho, eso está claro. Pero establecer la conexión
requiere recorrer un laberinto para el que el Clonista no se ve con fuerzas.
Algo de ellas le ha devuelto la investigación sobre el aura orgásmica que
precede a los ataques de epilepsia y que ha permitido, al parecer,
circunscribir al hemisferio derecho del cerebro, cerca de la amígdala, la
sensación del orgasmo. ¡Ay, Woody, que estamos a un paso de aquel orgasmatrón
que soñaste en The Sleeper! Poco más
se le ha enganchado en la nuez cerebral. Y sabe que el enfrentamiento entre
musulmanes y cristianos en Nigeria -¡un país con 130 millones de almas!-
resulta patético: los alienados nigerianos quitándose con saña la vida por unas
ideas impuestas por aquellos misioneros para los que, durante el franquismo,
solía salir el Clonista a pedir con las famosas huchas de piel roja, negro y
chino. Esas autoridades religiosas que han cebado la intolerancia, ¡cuánto no
echarán de menos un hermoso y espectacular auto de fe -quizás amenizado por la
Fura dels Baus- donde darle tormento y fuego purificador al sacerdote
homosexual! Huyamos de los mefíticos aires eclesiásticos…
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