martes, 19 de mayo de 2015

21-3-02

     ¡Qué poco dura la alegría en casa de la paternidad esforzada! De nuevo a la zaga de esa realidad que se empeña en no dejarse aprehender, como si se burlara de los esfuerzos de Clonista por seguirla para contemplarla como una integridad que nunca se le ofrecerá como tal. El descanso que exige el gran día D del maratón anual, más el derrumbamiento mental de un agobiante final de trimestre dieron con los huesos de Clonista en el sobre.  Al día siguiente, cuando ya el eco del último balazo asesino de ETA configura una realidad hirientemente semejante a la de tantas otras jornadas aciagas en que el nacionalfascismo deja impresa su huella descerebrada y totalitaria, a la realidad le ocurre lo que al protector de pantalla: suda o llueve y la tinta se corre y el papel se arruga, hasta quedarse en blanco. Clonista supone que debe ser algo deslumbrante y maravilloso tener una patria, que la satisfacción producida por tal posesión espiritual debe colmar en gran medida las esperanzas de felicidad de los seres humanos -he ahí el hermoso ejemplo de los PujolFerrusola-, pero la sola idea de que esa felicidad vaya aparejada a la violencia con que se quieren imponer unas creencias que habrían de pertenecer, exclusivamente, al ámbito de lo individual, le convence de que el contrato social habría de obviar terrenos tan susceptibles de convertirse en trincheras. Cuando los analistas más moderados hablan de la necesidad de que trabajen en Europa hasta más de cien millones de personas venidas de otros continentes para mantener la estructura de la Seguridad Social que asegure el pago de las pensiones a los actuales cotizantes, ¿cómo es posible que el gobierno ande criminalizando la inmigración, o que siga tolerando las contrataciones clandestinas en régimen de esclavitud o de explotación decimonónica? ¿Al amigo de Mafiosconi le saldrá también algún ministro que pretenda hundir a cañonazos las pateras para escarmentar a los osados emigrantes, o se encargará él de hacerlo mediante algún chistosillo “submarino amarillo”, para mover el bigote y enseñar la edad? Clonista sabe que no debe explayarse así, que lo suyo no es el comentario, sino el simple mentar, o el reconocer, pero es difícil constreñirse a los límites de la topografía estricta. Parte de esa topografía general es, sin duda, la construcción de lo real a golpe de estadística. Ahora bien, ¿quién paga el sondeo? Sabido eso, se sabe quién manda y, en consecuencia, quién es el autor responsable del desaguisado correspondiente. Verbi gratia: “Los usuarios dan un aprobado a la Administración de Justicia” La encuesta fue encargada por el Consejo del Poder Judicial. La realidad a la carta, a gusto del consumidor, no es una realidad desdeñable. Desde la perspectiva del poder incluso es rentable. Un congreso casi fundacional, como el del PSE, incide, y no poco, en la estructura de la realidad de España, pues, desde el primer atentado terrorista tras la aprobación de la Constitución, casi puede decirse que no ha habido día en que todo lo sucedió en las vascongadas no se haya convertido como en una especie de marco bullanguero de la realidad del resto del Estado, e incluso de la realidad individual de cada uno de los súbditos. Sí, a estas alturas del trimestre, Clonista tiene cada vez más claro que la impronta aznarista en  España no será otra que la de haber devuelto a los ciudadanos la deleznable categoría de súbditos: de la Hacienda, de los monopolios, de la fuerza policial, de los caciques impopulares, de los incompetentes Delegados del Goppierno, etc. Cuatro años más de mandato popular y habremos dado un paso importantísimo para recuperar la lucha por la democracia de los años sesenta: clamaremos por la libertad de expresión, es decir, por el acceso a los medios de titularidad pública; por la libertad de reunión, tan mermada durante la Cumbre; por la laicidad del Estado; por la enseñanza pública; y otro etc., éste muy distinto del anterior. En las entrevistas a los dirigentes del PSE que pretenden conseguir la representación de su partido para dirigirlo, aún no se sabe bien hacia dónde, no hay ninguna respuesta que hable “directamente” de la esencia de lo que ocurre en las vascongadas, es decir, de la asfixia democrática de quienes como el teniente de alcalde de Vitoria sufrieron ayer las impunes amenazas de muerte a bocas de los bravucones fascistas de B, y de cuáles pueden ser las medidas adecuadas para oponerse a la estructura difusa del terror, sobre todo a aquella parte a  la que nunca se pone en entredicho, a los votantes que respaldan el fascismo. La ayuda a las familias con hijos del programa del PSOE es la primera golondrina del largo periodo electoral que se avecina. Suárez se hizo un lugar en el sol con la desaparición de la mili, que acabó por cumplir el PP. Pues eso. En el país petit, la golondrina son los cambios en la televisión pública con los que Mas quiere lo imposible: salir elegido. Y si lo imposible se cumple, la realidad habrá dado muestras de ser fiel a su más definitoria idiosincrasia: siempre es susceptible de ir a peor. Un escritor, entre millones más, sentencia: hoy no se puede describir la realidad sin el cine ni la música. Clonista le da la razón.

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