21-3-02
¡Qué poco
dura la alegría en casa de la paternidad esforzada! De nuevo a la zaga de esa
realidad que se empeña en no dejarse aprehender, como si se burlara de los
esfuerzos de Clonista por seguirla para contemplarla como una integridad que
nunca se le ofrecerá como tal. El descanso que exige el gran día D del maratón
anual, más el derrumbamiento mental de un agobiante final de trimestre dieron
con los huesos de Clonista en el sobre.
Al día siguiente, cuando ya el eco del último balazo asesino de ETA
configura una realidad hirientemente semejante a la de tantas otras jornadas
aciagas en que el nacionalfascismo deja impresa su huella descerebrada y
totalitaria, a la realidad le ocurre lo que al protector de pantalla: suda o
llueve y la tinta se corre y el papel se arruga, hasta quedarse en blanco. Clonista
supone que debe ser algo deslumbrante y maravilloso tener una patria, que la
satisfacción producida por tal posesión espiritual debe colmar en gran medida
las esperanzas de felicidad de los seres humanos -he ahí el hermoso ejemplo de
los PujolFerrusola-, pero la sola idea de que esa felicidad vaya aparejada a la
violencia con que se quieren imponer unas creencias que habrían de pertenecer,
exclusivamente, al ámbito de lo individual, le convence de que el contrato
social habría de obviar terrenos tan susceptibles de convertirse en trincheras.
Cuando los analistas más moderados hablan de la necesidad de que trabajen en
Europa hasta más de cien millones de personas venidas de otros continentes para
mantener la estructura de la Seguridad Social que asegure el pago de las
pensiones a los actuales cotizantes, ¿cómo es posible que el gobierno ande
criminalizando la inmigración, o que siga tolerando las contrataciones
clandestinas en régimen de esclavitud o de explotación decimonónica? ¿Al amigo
de Mafiosconi le saldrá también algún ministro que pretenda hundir a cañonazos
las pateras para escarmentar a los osados emigrantes, o se encargará él de
hacerlo mediante algún chistosillo “submarino amarillo”, para mover el bigote y
enseñar la edad? Clonista sabe que no debe explayarse así, que lo suyo no es el
comentario, sino el simple mentar, o el reconocer, pero es difícil constreñirse
a los límites de la topografía estricta. Parte de esa topografía general es,
sin duda, la construcción de lo real a golpe de estadística. Ahora bien, ¿quién
paga el sondeo? Sabido eso, se sabe quién manda y, en consecuencia, quién es el
autor responsable del desaguisado correspondiente. Verbi gratia: “Los usuarios
dan un aprobado a la Administración de Justicia” La encuesta fue encargada por
el Consejo del Poder Judicial. La realidad a la carta, a gusto del consumidor,
no es una realidad desdeñable. Desde la perspectiva del poder incluso es
rentable. Un congreso casi fundacional, como el del PSE, incide, y no poco, en
la estructura de la realidad de España, pues, desde el primer atentado
terrorista tras la aprobación de la Constitución, casi puede decirse que no ha
habido día en que todo lo sucedió en las vascongadas no se haya convertido como
en una especie de marco bullanguero de la realidad del resto del Estado, e
incluso de la realidad individual de cada uno de los súbditos. Sí, a estas
alturas del trimestre, Clonista tiene cada vez más claro que la impronta
aznarista en España no será otra que la
de haber devuelto a los ciudadanos la deleznable categoría de súbditos: de la
Hacienda, de los monopolios, de la fuerza policial, de los caciques
impopulares, de los incompetentes Delegados del Goppierno, etc. Cuatro años más
de mandato popular y habremos dado un paso importantísimo para recuperar la
lucha por la democracia de los años sesenta: clamaremos por la libertad de
expresión, es decir, por el acceso a los medios de titularidad pública; por la
libertad de reunión, tan mermada durante la Cumbre; por la laicidad del Estado;
por la enseñanza pública; y otro etc., éste muy distinto del anterior. En las
entrevistas a los dirigentes del PSE que pretenden conseguir la representación
de su partido para dirigirlo, aún no se sabe bien hacia dónde, no hay ninguna
respuesta que hable “directamente” de la esencia de lo que ocurre en las
vascongadas, es decir, de la asfixia democrática de quienes como el teniente de
alcalde de Vitoria sufrieron ayer las impunes amenazas de muerte a bocas de los
bravucones fascistas de B, y de cuáles pueden ser las medidas adecuadas para
oponerse a la estructura difusa del terror, sobre todo a aquella parte a la que nunca se pone en entredicho, a los
votantes que respaldan el fascismo. La ayuda a las familias con hijos del
programa del PSOE es la primera golondrina del largo periodo electoral que se
avecina. Suárez se hizo un lugar en el sol con la desaparición de la mili, que
acabó por cumplir el PP. Pues eso. En el país petit, la golondrina son los
cambios en la televisión pública con los que Mas quiere lo imposible: salir
elegido. Y si lo imposible se cumple, la realidad habrá dado muestras de ser
fiel a su más definitoria idiosincrasia: siempre es susceptible de ir a peor.
Un escritor, entre millones más, sentencia: hoy no se puede describir la
realidad sin el cine ni la música. Clonista le da la razón.
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