lunes, 22 de febrero de 2016

13-12-02

La marea continúa y tiene anegadas ya todas las playas, las físicas y las políticas. El suceso va camino de convertirse en la piedra de toque de todo un periodo de goppierno. La justicia poética se impone. La destrucción del Estado, que ha posibilitado una apariencia de progreso económico, ha pasado factura. Y la afición al escalafón. Casi un mes después de producido el desastre se sabe por fin que el asesoramiento técnico para tomar la decisión de alejar el Prestige de la costa provino de funcionaros, no de técnicos especializados ni de científicos. ¡Nada menos que el director general de la Marina Mercante!, entre otros funcionarios de quinto rango, respecto del conocimiento científico imprescindible para decidir al respecto, como el capitán marítimo de La Coruña, fue determinante para que Cascos diera el plácet para que remolcaran el buque lejos de la costa. Nunca como hasta hoy se había visto tan claro que el verdadero debate es el de las responsabilidades políticas, esto es, la responsabilidad de las decisiones tomadas por quienes tenían el poder para tomarlas. Pero, por sobre todas las cosas, ha de considerarse la lamentable suerte que ha corrido la información veraz. Casi un mes después, el goppierno se empeña en hurtar información, según se advierte en la advertencia que, a su vez, ha recibido el director del Instituto Oceanográfico de Vigo de no informar a la prensa. La UE se apunta al gigantismo y no se sabe si también hacia la ingobernabilidad, pero todo se andará. Que habrá países de primera y de segunda no se le escapa a nadie, y nada bueno puede salir de diferencias tan exageradas. Se inicia una época de reordenación. Cada nación habrá de buscar su sitio, defenderlo y, si puede, mejorarlo. Las alianzas serán inevitables. La política, finalmente, en su acepción más tradicional, se impondrá. Que sea para bien. Clonista casi pasa la página de los muertos israelíes tras los muertos palestinos tras los muertos israelíes tras los muertos palestinos tras... ¿No debería ser vergonzoso para la izquierdatimorata de este país la denuncia que ha planteado un diputado radical italiano ante el Parlamento europeo sobre el trato de favor que recibe la iglesia católica en España, la única confesión religiosa financiada públicamente? Pues eso. Que Jiménez Lozano haya obtenido el Premio Cervantes ha constituido motivo de escándalo. La insinuación de que ha sido un candidato del caudillito, independientemente de que pueda responder a la realidad, lo que Clonista, como es preceptivo, ignora, no puede esconder la valía literaria del autor. Si el escalafón políticofuncionarial es complicado, el de los literatos no le va a la zaga, e incluso tiene un componente de perversidad que lo singulariza. Y del Cervantes, fiesta de la palabra, el estilo y la invención, a la política a ras de alquitrán: Pujol dice que no hay demanda de pisos de alquiler, que se prefiere la compra. He ahí un político anclado en una foto fija de la realidad. Que 20.000 jóvenes estén en una lista de espera para la adjudicación de un piso de alquiler municipal ¿no significa nada para el Cortijero? A su lado, los precios del Folclòsrum tienen más de insulto que de otra cosa: entre 21 y casi 16 euros al día. Es decir, una familia de 4 personas se gasta 84 euros diarios. En este país, en el que casi el 70% de las familias no llegan a fin de mes, ¿a quién se dirige el Folclòsrum? Demasiadas realidades en pugna. Demasiadas realidades y demasiados ojos que las contemplan de formas muy diferentes. “Antes la noticia era verdad. Ahora es mercancía”, afirma Kapuscinski, un reputado periodista cuyo libro Ébano es un hermoso modelo de la mejor literatura periodística, la inclasificable genéricamente. Y por ahí van los tiros. Solo hay que ver la deriva que ha ido adquiriendo la información sobre la catástrofe del Prestige para comprobarlo. Pero no solo es aplicable a la noticia, la sentencia, sino a las personas, las obras de arte y tantas otras cosas. Las relaciones humanas se han convertido, en nuestros días, en un ejercicio de tasación, realmente. Los nombramientos de Lula, por ejemplo, tan apegados a la ortodoxia del capital, ¿no acabarán convirtiendo su paso por el poder en una revolución gatopardesca? Pudiera ser.

No hay comentarios:

Publicar un comentario