domingo, 21 de febrero de 2016

12-12-02

A medida que se consume el último plazo de su aventura, Clonista se abisma en un desasosiego que es preludio del más que probable síndrome de abstinencia que habrá de apoderarse de él cuando se desligue de la cadena de lo real prensado a la que ha estado atado durante los 365 días del año sin perdonar ninguno. Por la cabeza le ronda escribir un Manual del Silencio en que se loen, con escasísimas palabras que no perturben el blanco revelador de las páginas, las virtudes de ese manantial de sosiego, auténtico espejo de los retales de un yo problemático y sometido a continua criba y crítica. El final ha sido de órdago, a tenor de la catástrofe cuyas consecuencias son difíciles de evaluar incluso a un mes del inicio de la tragedia. Según algunos agoreros, lo peor aún está por venir. Según otros, lo peor ya ha pasado. El goppierno, finalmente, ni sabe ni contesta, solo miente. Afrontar una catástrofe ecológica como la de Galicia con la vara de medir los votos que se ganan o se pierden y con la prepotencia de la mayoría absoluta y tres o cuatro televisiones detrás dispuestas a hacer un ejercicio de contabilidad equiparable a los de la escuela económica usamericana, solo podía conducir al guirigay que han montado los aprendices de brujo, con Cascos por delante, por supuesto. Los liquidadores del Estado salen ahora con que sólo las barcas de los pescadores son eficaces en la lucha contra la marea negra, lo cual más parece una excusa de mal pagador y peor administrador. ¿Por qué es tan lastimosa la imagen de un gobierno caído en la más absoluta incoherencia y desorientación? Si diera palos de ciego, aún daría algo; pero lo suyo es acumular desprestigios a fuerza de torpezas, cinegéticas, mentirosas, soberbias y casi de lo que al respetable se le ocurra. Tras la heroica acción de guerra subordinada, hoy llega el reverso: los misiles tenían destinatario legal, ergo gran metedura de pata o riesgo corrido inútilmente. Fiarse a estas alturas de decisiones usamericanas, por más poder militar que acumulen, conlleva casi un seguro trasquilamiento, casi trilloquilamiento, en realidad. ¿Por qué la noticia de un acto canibalesco en Alemania acaba en la sección de Internacional, en vez de en Sociedad, donde tantas noticias truculentas encuentran acomodo? Los amantes carnívoros se conocieron a través de internet y cumplieron un rito con, al parecer, plena aquiescencia de ambos, devorador y devorado, pues compartieron el pene de este último, según muestra el vídeo que grabaron para la “posteridad”. La pulsación atávica nos llena de horror cuando se materializa, pero la llevamos muy dentro, como rasgo singular de la especie, y bien lo pone de manifiesto el lenguaje amoroso o los numerosos romances tradicionales en que se cocinan y se comen criaturas. Pero impresiona, sin duda. Y más si está al lado de un titular como Francia acusa a Alemania de hacer una política dañina para Europa. Desubicación es también la de la réplica de Carlos Fuentes, mejor conocedor de la realidad vascongada y española en general, al subcomandante Marcos. En el fondo, la ignorancia de la realidad no es ni siquiera una carencia. Se puede ser y se debe ser ciudadano del mundo, pero exige un plus de interés y atención que se cobra un peaje temporal difícil de pagar. Lo lamentable es pretender sentar cátedra desde esa ignorancia o, lo que es peor, desde una deformación interesada de la realidad. Ayer el caudillito hubo de someterse al control parlamentario y salió de él con una perla que lo retrata: “hay manchas peores que son las de la insolidaridad, la demagogia y el oportunismo que usted llevará en su currículum para toda su vida”, le escupió el caudillito por el colmillo a Rodríguez Zapatero. Esa mentalidad funcionarial, de escalafón, es un retrato integral del jefe de negociado que desgobierna el país mientras negocia su futuro con la vista puesta en ese currículum sobre el que le ha caído tanto chapapote que ni un ejército de voluntarios sería capaz de dejarlo limpio en muchos años. Los técnicos de Investigaciones Marinas de Vigo no se andan por las ramas y culpan al goppierno de la catástrofe. Aún siguen en el anonimato los técnicos que aconsejaron al goppierno para que, en última instancia, el ministerio de Cascos tomara una decisión que se ha revelado una insensatez de marca mayor. Aunque a posteriori es todo más fácil, el dilema entre contaminar un punto concreto o todo el litoral no admite mucha indecisión, desde luego, para alguien “de a pie”. La jueza Palacios deja en libertad al directivo de HSBC que anduvo compinchado con el estafador de Gescartera, Antonio Camacho. Que la acusación privada y la popular cuestionen la decisión echa un buen capazo de sombra sobre la voluntad real de la jueza de esclarecer el asunto, pues, además, tampoco ha juzgado pertinente llamar a declarar a la mandamás de la CNMV en el momento de la estafa, ni al inefable Ramallo, ex dipulátigo para un roto y un descosido de la antigua oposición del PP y broncobravucón predilecto del caudillito.  En la hora de la despedida, el gociuerno  ha decidido perseverar en su política de convertir Cataluña en una autonomía impuesta a fuerza de aumentar los tramos impositivos sobre los que tiene competencia. Que el Consejo Islámico de Cataluña pida clases de árabe para sus fieles no le parece mal a Clonista e incluso le parecería mejor aún que esas clases se abrieran a la participación de los estudiantes no árabes, lo cual permitiría un acercamiento real de mundos que tienden a guetizarse en el recelo, el descrédito y el desafecto. La campaña impulsada por Emma Bonino contra la mutilación genital femenina despierta de inmediato la simpatía y el afán de participación –se requiere a través de Internet- de Clonista. La parlamentaria europea lo dice bien claro: “el enemigo más encarnizado de la mujer ha sido la tradición, y su incondicional aliada, la religión.” Contra ese poderoso equipo ideológico se necesita mucha solidaridad, desde luego. Ha muerto Luis Ciges, un característico de la estirpe de Pepe Isbert. Muy próximo a Buster Keaton en su estilo hunmorístico, sólo tuvo una oportunidad protagonista: El milagro de P.Tinto, una maravillosa extravagancia insólita que es, en realidad, el milagro de su interpretación y, sobre todo, de su voz, de su dicción. Se lleva, como se lo llevó Isbert, el secreto de la naturalidad. Mientras, la UE se declara incapaz de acabar con otro secreto muy distinto: el bancario, que sigue vivito y coleando para vergüenza de todos.

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