jueves, 9 de abril de 2015

10-2-02

            Como dice Santos Julià, el éxito de los partidos políticos está en función de su capacidad para interpretar la realidad y su habilidad para saber explicársela y vendérsela -esto último él no lo dice así, obviamente- al electorado. Así pues, la realidad sobre la que una y otra vez vuelve el Clonista no sería más que una vulgar mercancía y, como tal, expuesta a las leyes de la oferta y la demanda: exceso de realidad, abaratamiento de la misma; carencia de ella, encarecimiento inasequible para el común de los mortales. Sí, ciertamente la realidad suele a veces adelgazarse hasta casi la extinción; del mismo modo que, en otras ocasiones, abruma como gigantescos ríos de lava que amenazan con engullir cuanto encuentran a su paso. En ese movimiento pendular se encuentra atrapado el Clonista. Frente a un día, el de ayer, pródigo en incitaciones al comentario; el de hoy parece haberse remansado en una atonía contagiosa. El domingo, tradicionalmente, es un día suplementario, propio para los resúmenes, las recapitulaciones, los sermones, las entrevistas en “profundidad” -es decir, la encarada acumulación de tópicos y necedades-, los ajustes de cuentas, los temas marginales, los reportajes exóticos, las crónicas rellenitas de floritura literaria y hasta para los sesudos informes que agotan los temas, o casi. La realidad, como es obvio, parece acompañar el afán recapitulador de las empresas comunicadoras y se diluye en la vulgaridad del día de descanso: ninguna noticia de envergadura rompe la paz de los teletipos, y los lectores acogen la realidad prensada con esa ciega confianza en la ausencia de sobresaltos que les amarguen el día y lo nublen con las aciagas premoniciones de lo peor, cuya coincidencia con un lunes lo volvería aún más insoportable. Curiosa realidad elástica ésta que se tensa y destensa casi a voluntad de los ritmos calendarios. Sea como sea, sí que, aquí y allá, la pesada estructura narrativa de la realidad se mantiene. A Chávez se le va acabando el crédito revolucionario y el día  menos pensado se llevará los intereses acumulados a un exilio dorado; Duhalde promete nada menos que la creación de la 2ª República Argentina, tan afrancesado él; y un eco del pasado que emerge de forma discreta: las autoridades de Camboya quieren juzgar a los cabecillas de los jemeres rojos por los asesinatos de hasta 1,7 millones de personas  durante sus años de terror, una emulación del nazismo cuyo horror aún no ha saltado, en forma de relato cinematográfico -¡de qué otra manera si no!- a la conciencia de la humanidad. ¡Bonita Historia, la de la humanidad! Las exterminaciones masivas son su desgarrador motivo recurrente. Otros motivos de atención los han constituido el dicterio  raholiano contra el pesebre socialista; el recuadrito “anodino” dedicado al carnaval barcelonés, parodia de parodias, municipalista y políticamente correcto; la historia del falso Miró de los Cela, en manos de marchantes que esperan sacarle su buena tela a la polémica de la herencia; y el desolador relato del teatro de las élites en el mercado de las flores con representaciones para 70 personas que, por delicadeza, supongo se habrán sentado próximas, porque, de lo contrario, además de escenógrafos, iluministas y demás compañía, iban a tener que contratar psicoanalistas de plantilla. En fin, pues eso, fin real.

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