11-2-02
¡Cómo se
deben de reír de nosotros! Esa es la sensación de hoy. Siempre resulta
tentadora -y si no que se lo digan a Vázquez Montalbán, experto en conjuras
protocolarias- la idea de que hay un meollo de la realidad desde donde se nos
la administra al antojo de quienes están en él. Pongamos por caso Botín, el
principal banquero del país: ¡Botín! ¿Se ríen o no se ríen de nosotros? Y eso
que cae del lado del azar nominal no es nada comparado con lo que debe ser la
planificación de nuestra ilusión y nuestra ingenuidad. ¿A qué realidad
extraplanetaria debe pertenecer, para el cogollo del sancta sanctórum, el catarro
asesino que le ha dicho al Clonista que ha cogido el emigrante portugués al que
le compra La Farola en Glòries, un
hombre menudo, de rostro velazanettiano, y de indefinida edad, quién sabe si al
final de su cuarentena o bien mediada la cincuentena? Pujol, sin ir más lejos,
y su complacencia con la multinacional Lear. ¿Alguien puede imaginarse el
diálogo elegante, jovial y civilizado entre gobierno y explotadores, al amor de
un fino y unos pinchos de diseño, pactando la gran patada en el culo a las
esperanzas laborales y vitales de casi toda una comarca? No es que tenga mil
caras la realidad, sino que nos la han partido mil veces y creemos que cada
jirón de ella es el todo. Vivimos, pues, desfigurados, y vivimos, en
consecuencia, una realidad harapienta de la que, sin embargo, no nos
avergonzamos. Estamos demasiado ciegos como para imponer nuestra propia visión
o idea de la realidad. Y muy cansados, de tanto hastío y alienación como
sufrimos. Cada noticia contribuye lo suyo a desmoronar nuestra confianza en la
inexistente solidez de lo real. De hecho, esta clónica no tiene más realidad
que la sarta de palabras con que se refleja el absurdo del vano empeño de la
prensa diaria: ser espejo de la realidad. Quédese una ingenuidad así para los
sufridos lectores de la Historia hecha manipulada carne de prensa, ¡pero para
los amañadores y trampantojistas plutócratas de la información...! Forges lo
clava, como suele hacerlo El Roto, cuando un
padre pijopoderoso recuenta blancanieves como una propietaria que cierra
la mina de los enanos, los despide y vende el bosque a una inmobiliaria para
que construyan adosados, mientras al hijoheredero se le queda una cara de haber
oído música celestial. Vuelve la arremetida contra Chávez, esta vez con
seguidora fanática en ademán militarizado, dispuesta incluso para inmolarse en
nombre del caudillo. Y el ojo por el ojo y el diente por el diente, únicos
versículos compartidos por árabes y judíos. Hay peleítas por aquí y por allí:
la de Oreja y Arzalluz la más sobresaliente, aunque en mitad de cuarto de
columna, todo sea dicho en honor a los parceladores de la realidad. Y bien poca
cosa más. Realidad por realidad, aún tiene el Clonista ante los ojos la de Intimidad de Patrice Chereau, que
tampoco está muy lejos de la obra de zapa que efectúan las fuerzas poderosas
que tiene a su disposición el meollito mencionado ut supra, porque las vidas derrotadas tienen una realidad de
cojones, y quienes hayan visto la película entenderán la franqueza expresiva.
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