9-2-02
Hoy sábado,
tras una noche medioinsomne y una madrugadora sesión de entrenamiento, la
realidad ociosa del fin de semana promueve una relajación que altera la
perspectiva habitual con la que se enfrenta el Clonista a esta clónica -más aún
si estos días de asueto se presentan sin correcciones que le sujeten a la
esclavitud de los disparates y la ortografía del infierno. Para su sorpresa,
hoy ha sido un día lleno de relevancias de todo tipo, desde las metaclónicas,
como la conferencia de Sanguinetti, hasta las carnavalescas, como la imagen de
portada de un Berlusconi poniéndole los cuernos con la mano a Piqué en una
fotografía de grupo de ministros de Asuntos Exteriores. Hay reiteraciones
inevitables, cual el órdago militar lanzado al caudillo Chávez, por ejemplo;
pero justo al lado hay iluminaciones como el artículo de Juan José
Tamayo-Acosta sobre la asignatura pendiente del cristianismo: la sexualidad, y
ello a pesar del título tópico y desacertado, porque si hay algo que se escape
a la “asignación” del conocimiento eso es la sexualidad. Otro titular
desacertado altera la realidad de tal modo que el lector la reconstruye a
través de esas palabras de forma muy distinta de como lo haría si lee el cuerpo
de la noticia: “Un juez ordena que una alumna repita 1º de ESO en contra de los
docentes”. Los docentes están a favor, claro; quienes se oponen son las
autoridades educativas, que se ajustan a la LOGSE como los chotistas al
perímetro del ladrillo. Eso sí, como suelen decir quienes salen perjudicados
por la construcción prensada de la realidad: el mal ya está hecho, y casi de
forma irreversible. Los lectores de titulares -y quien no lo sea que lance la
primera página…- han formado su juicio, y el descrédito de la profesión docente
sigue aumentando, más aún entre quienes han abandonado sus responsabilidades
educadoras. Y aparece, al fin,
Sanguinetti, excatedreando sobre el pretexto de esta clónica, diciéndonos que
“los lectores están obligados a leer bien los periódicos, no sólo los titulares”
y definiendo la función del periódico: “anclaje para establecer los parámetros
y los puntos de referencia dentro de la catarata informativa”. Es decir, si es
que el Clonista ha entendido bien ese lenguaje pseudotecnócrata, el diario
contextualiza, enmarca y ordena el aluvión caótico de la realidad, o como él
dice, el “torrente informativo”-y renuncia el Clonista a juegos de palabras
titulares, para no hacer comparaciones odiosas-. Lo de buscar un equilibrio
entre la información y el sensacionalismo es de una ambigüedad muy propia de
quienes acatan el poder para el que trabajan, porque ese a medio camino, que no justo
medio, da por bueno el “amarillismo” que después define como “el opio que
intoxica el ejercicio de la libertad”. De todas sus ideas, se queda el Clonista,
sin embargo, con una descripción: el núcleo familiar es ahora “el brillo de la
televisión”. Ha logrado que se imagine ese cuarto de estar con las luces
apagadas y el intermitente resplandor hialino del televisor inundando el
espacio como una viscosa nube extraterrestre que se abate sobre los habitantes
de una pacífica aldea global para modificar, día a día, la especie hasta
conseguir exterminarla y dejar libre el planeta. ¡Aquí sí que hay realidad! La
imagen de Verdú de la comunidad global de cientos de millones de espectadores
sentados a una misma hora ante los televisores de todo el planeta para seguir
la final del campeonato mundial de fútbol está en esa línea, aunque lo mismo
podría decirse de los rezos en dirección a la meca, los desfiles militares
chinos o el canto del himno nacional en las escuelas de Usamérica. ¡Siempre es
impagable la perspectiva galáctica sobre nuestro pequeño y entrañable planeta,
plagado de intolerancia! Pasando de puntillas por la esquinita vegueriana,
donde Heribert Barrera continúa en plan lepenista y Montilla se abre un hueco
cedido por caridad, llega el Clonista a uno de esos suplementos que, a veces,
se le caen del diario como una hoja marchita. En este caso es El viajero y una ciclópea imagen de Buda
durmiendo lo que se le queda: el elogio de la pasividad, del sueño reparador o
tormentoso, del desasimiento absoluto, del desprendimiento feliz de las
preocupaciones: ¡qué envidia! Y al final la tragedia: la multinacional Lear no
ha sido Leal a Cervera, ni a sus trabajadores; pero la Generalitat -en este
caso, y más que nunca, la Particularitat- comprende y acepta la decisión de la
empresa de buscar reducción de costes salariales en tierras polacas, porque el
negocio es el negocio y el euro es el euro, artículo uno del programa político
máximo ciuvergente para ayer, para hoy y para mañana. Pero este anárquico
batallón de realidades a duras penas logra una victoria que alivie su ansiedad:
sabe que, detrás de él, le pisan los pasos otras unidades aún más caóticas. Y
aquí sigue el Clonista, al pie del cañón. Pum.
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