viernes, 11 de septiembre de 2015

12-7-02

     “Con el cambio de ministros, hay más realidad de la que podemos consumir”, dice Millás en su columna venérea, titulada precisamente Realidad. No sólo con el cambio de ministros, claro, pero es un ejemplo total. Clonista pensaba que discrepaba de Millás cuando éste afirma que lo que exige verdadero talento es la ficción, no la realidad, y que Zaplana, por ejemplo, es tan real que asusta lo real que es, sin que quepa en él ni la más mínima brizna de verdadera ficción; y lo pensaba porque le parece que, a veces, el propio Zaplana, como su caudillito, y otros tantos especímenes goppernantes, pierden espesor de realidad y se adelgazan hasta convertirse en títeres de cachiporra que representan la ficción más absurda, prosopopeyesca y deplorable jamás concebida. Ese es el quid, que también hay malas ficciones, invenciones que ni siquiera lo parecen, de puro vulgares y reales. Pongamos por caso la invasión militar marroquí del islote Perejil y se entenderá, cree él, lo que quiere decir. ¡Ay el caudillito desafricanado! Clonista sostenía medio en broma medio en serio que tras el paso del caudillito, su divisa de la España una, grande y libre, acabaría convirtiéndose en varias, minúscula y prisionera del capital. Si la amenaza de desmembramiento norteño sigue consolidándose, ahora se abre el frente surifeño de las amenazas contra Ceuta, Melilla, et alii, salvo Perejil, claro, reconquistada ya por los valientes gendarmes marroquíes para regalarle a su rey, en los fastos de su boda, un peñasco que condimente la celebración. En Palacio no hay inquietud al respecto, parece, y se descuelga con una afirmación típicamente diplomática: “tenemos que potenciar el diálogo con Rabat”. ¿Cómo se potencia lo que no existe? La perversión del lenguaje es el abecé de la política, pero ella misma es la causante del divorcio entre los representantes y los no representados por ellos. En otro plano distinto, pero no menos perverso, los creadores de la realidad prensada tienen sus más y sus menos con la lengua. Javier del Pino, sin encomendarse a dios ni al diablo, escribe: "dijo el líder de la mayoría demócrata en el Senado, el estadounidense Tom Daschle". Clonista no es un tiquismiquis, pero no deja de sorprenderse una y otra vez, como ayer lo hizo ante la redacción de EFE y hoy ante la de Del Pino. ¿Acaso en el Senado usamericano hay senadores que no sean usamericanos, o estadounidenses, que prefiere Del Pino? Clonista es consciente de su ignorancia y de sus limitaciones, pero no sabía que llegara a los extremos que Del Pino le revela en su crónica. A Galtieri, golpista belicista y asesino parece que el perdón del corrupto Menem no le ha guarecido del celo judicial de los émulos australes garZonianos. Clonista está en todo de acuerdo con el juez y espera y desea que, como al nonagenario asesino nazi recientemente condenado, no sea la historia, sino los hombres, los que les ajusten las cuentas pendientes para evitar los fraudes contables. Que los hábitos franquistas se habían instalado, como Paco por su casa, en el goppierno aznargil podía pasar por afirmación que expresaba el resentimiento de Clonista, su inquina manifiesta, su aversión política o simplemente su sensibilidad artística, pero cuando Álvarez Cascos ha hablado, haciendo honor a su apellido, se ha percatado Clonista de que no crece ya la hierba de la concordia partitiva tras su descalificación, hunida, además, al sarcasmo mandibular y mandoblar que convierten a Clonista en un timorato casi en exceso respetuoso. La realidad que emerge en el día de hoy es siempre una suerte de elección casi a ciegas, porque los titulares de la realidad, sus poseedores, son auténticas sombras de aventuras humanas incatalogables. La elección de Laporte para presidente del IEC, el Institut d'Estudis Catalans, auténtica onomatopeya de la provecta edad de sus dirigentes, un retiro amable para patriotas en fase terminal, le llama la atención a Clonista como ejemplo de las burbujas de realidad que navegan sin chocar con otras, manteniendo así su integridad y su autismo. La mitad de las altas en la Seguridad Social son inmigrantes. Sin embargo, aún hay empresas como Carbonell Figueras que contratan inmigrantes, chilenos en su caso, casi en régimen de esclavitud decimonónica. Clonista se ha planteado si de su clónica puede desprenderse una visión del rumbo que sigue la sociedad, o las sociedades, en general. Duda de ello. Pero lo consultará con la almohada. A estas alturas de clónica no se va a dejar vencer por ninguna idea que cosa la trascendencia a sus afanes clónicos, ni tampoco tiene él la capacidad visionaria que permita pronunciarse respecto a futuros imperfectos -que es muletilla de moda-. En todo caso, sí advierte que ciertos lastres demasiado humanos siguen acompañando la aventura del hombre sobre la Tierra como lo han hecho hasta hoy. No hay más que leer las prosas de Petrarca para darse cuenta de ello.

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