13-7-02
Fiel a su
tono único, la realidad prensada vuelve una y otra vez -el error teclegráfico
una y potra vez hacía la vez más verosímil, la verdad-,
eternos cangilones, a extraer del río de lo efímero unas aguas turbias en las
que, supuestamente, como narcisos sociales, hemos de mirarnos. A Clonista no le
gusta lo que velee ni le parece que le ataña, aunque no ignora la vía efecto
mariposa como parte de sus actos, al viejo modo de las antiguas teorías
deterministas, hoy solo mantenidas por algunos paleoconductistas irredentos,
que Clonista sepa. Verdú -y esto parece que va conformándose como manía, lo de
empezar por el final- afila el hacha del verbo y descarga el golpe contra la
clase política, de cuya existencia bien definida a él no le cabe duda alguna,
descabezando su pretensión representativa y reduciendo el cuerpo social a mero
terreno electoral en el que cada vez son mayores las zonas desérticas, aquellas
de donde no puede extraerse ni un mísero voto. ¿A nadie se le ha ocurrido
fundar el Partido Abstencionista Paradójico? Si en Francia Coluche les dio un
buen susto a los políticos profesionales; si en Italia los oliveros han visto
con estupor el apoyo que recibía el cineasta Nani Moretti; si la lista Pim
Fortuyn es hoy lista de gobierno en Holanda; si en cierto estado usamericano
salió gobernador un campeón de la burda farsa llamada lucha libre; ¿por qué en
España un PAP no les acabaría soltando un buen sopapo a los remilgados,
atildados, exquisitos, conocedores y elitistas políticos profesionales,
torerillos de salón, pactofragüeros pacatos de vía estrecha y polemistas
televerduleros? Clonista no sabe si disculparse, por esta súbita propensión al
disparate, la eutrapelia y la jocosidad pelín necia, porque la realidad, aun la
prensada, no da, en toda su extensión, para tales alegrías. En Venezuela y en
México, por ejemplo, donde la pobreza crece en relación directa con el enriquecimiento
de las minorías, no están las cosas para bromas. Tampoco en Argentina, donde
claman por unas votaciones que permitan barrer de la escena política a todos
los choroschorizos que han hundido el país, con los peronistas al frente. Clonista,
en estos tiempos de malaventuranza argentina, no deja de recordar una y otra
vez la película No habrá más penas ni
olvido, basada en la novela de Oswaldo Soriano. La muerte del torero
español en Perú entra en la fase de investigación criminal a cuyos resultados
habrá de estar atenta la prensa, después del alarde informativo, del vuelo que
le dieron al suceso. Curiosamente, a la realidad le pasa como a las personas:
nos metemos solos en algunos laberintos sin razón ninguna y luego nos vemos
obligados a recorrerlo enterito para encontrar la salida, y nos hace maldita
gracia el habérsenos ocurrido meternos en él. Aún repite el perejil del empedrat que le sirvieron a Mohamed para
su boda y al caudillito le ha cogido con el paso cambiado de la ubérrima y
fondona satisfacción derramada por su supuesta jugada maestra antes del debate
sobre el estado de la nación. La titular de Exteriores anda aún perdida en la
puesta al día -que le llevará tres meses como mínimo- y el resto del goppierno
anda mordiéndose los dientes -ellos son así de inverosímiles y más- para no
invocar al apóstol batallador, cerrar España y reconquistar el “sagrado suelo
patrio” en un decir amén. Por el frente norte, Ibarretxe y su salaz portavoz
parlamentario, Egibar -un prodigio de finura humorística, inventiva argumental,
agudeza de ingenio y verbosidad vizcaína-, siguen atizando el fantasma cada vez
más corpóreo del adiós a España y el hola a su propia escisión, con el
previsible adiós de Álava y el portazo navarro que ya está dado desde antaño.
El segundo Josemari del goppierno, Josemari el justo, Michavila, se estrena en
el cargo confirmando su confianza en el fiscal Cardenal, un servidor servil
cuyo servofreno ha funcionado siempre a la perfección para pparar la acción de
la justicia contra miembros del gobierno o del partido goppernante, amén de
haber descafeinado hasta el aguachirle la fiscalía anticorrupción. En el
suplemento de realidad patriachica, una crónica inspirada en el Proceso de
Kafka resume perfectamente la esclavitud a que nos han sometido los nuevos
dioses megaeconómicos, auténticos demiurgos contra los que no vale ni siquiera
la realidad evidente, la perceptible, la lógica: ¿quién puede asegurar que es
quien dice ser, en estos tiempos clónicos que nos han tocado vivir a medias, y
mediatizados? Pues eso. A Clonista no le podía pasar desapercibida la decisión
de Teresa Berganza: “harta de los puristas” ha decidido pasarse a la rumba y al
bolero. En clave psicoanalítica la cosa se entiende mejor cuando añade: “quiero
cantar lo que cantaba de pequeña sentada en el piano al lado de mi padre.
Quiero perder mi voz.” Es evidente que, como decimos en catalán, aquí hi ha marro, i molta maror
-psicológica- de fons. Clonista está
convencido de que la oleada de fantasías contables que tanto daño les está
haciendo a los jugadores en bolsa de todo el mundo -y tanta sensación de cruda
realidad les está deparando al mismo tiempo, no hay que olvidarlo- es una
competencia desleal con su propia actividad y con la de los escritores de
ficción en general. Ahora llega la marea a las cuentas del estado español y el
PSOE acusa al partido goppernante de haber caído en el vicio americano, ¿o ha
de considerarse universal, por definición? Se promete un debate júlico en la
jaula cortesana lleno de enjundia presupuestaria, o sea, un verdadero numerito,
vaya, es decir, nos vendrá, nos vendrá…
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