lunes, 7 de septiembre de 2015

9-7-02

     La realidad también es un bazar, o un Rastro. Se revuelve entre la creación prensada y aparecen aquí y allá bien regüeldos del pasado, estantiguas de un lejano ayer, bien fantasmas inverosímiles del presente o magníficos dislates con los que se ha de comulgar por la fuerza de los hechos inmodificables. La realidad prensada es la dictadura de los hechos, ciertamente. Y sin embargo es siempre la interpretación sesgada lo que define el fondo del fondo de la realidad, más aún que los propios hechos, sujetos por definición a la manipulación interesada. No es panorama interesante el de un mercado tan previsible, pero siempre cabe la alegría del absurdo. Encadenados en línea, por ejemplo, BushFreireGaddafi-bonete-terciado, podría sacarse un hermoso capítulo presidido por el nonsense que haría las delicias de los carrollianos, secta bienhumorada donde las haya. Más abajo, en el primer y fastuoso decorado prensado del día, se esconde, casi agazapado, un drama por venir -o un sainete, según cómo acabe- en un futuro inmediato. Ayer Clonista ya entrevió que los movimientos del acólito de Arzalluz, tras renunciar a la soberanía e independencia políticas a que le obliga el cargo de lehendakari de todos los vascos, para instalarse en el subordinante correveidilazgo meapilas de su Papa sabiniano -¡beato ejemplar fascista avant la lettre!-, acabarían desembocando en un conflicto de trascendencia imprevisible a día de hoy. Lo cierto, con todo, es que el caudillito llegó al poder con la promesa de mantener la unidad de España, acabar con el terrorismo y revitalizar la democracia. A menos de dos años de su despedida es posible que antes de acabar su mandato asista a la secesión vasca, a las matanzas indiscriminadas de vascos no nacionalistas y a la deturpación funesta de los usos y valores democráticos. Con este panorama a la vista, al estadistillo de libreta azul le preocupa, sobre todo, la pérdida de Madrid en la batalla municipal. ¿Qué promesa habrá recibido Gallardón para acceder a descender un peldaño político y gobernar la capital del reino, en vez de la Comunidad de Madrid? ¿Será el sucesor encubierto, para el 2004? ¿El arma secreta y centrista que deje el estadistillo como herencia al país? Se ha de reconocer que la política nominal tiene una vertiente lúdica y cafeteril capaz de animar cualquier aperitivo o cualquier desayuno. Otra cosa es lo que hay en juego. La jugada ppresidencial es la peor noticia que podría haber salido de Génova, o de Moncloa, pues es el anuncio a los cuatro vientos de la debilidad popular, de los temores: una baza concedida a la adversaria de Gallardón. Y el fundamento político es la famosa macroencuesta partidista, tan críticada por Cascos como arma decisoria para elegir candidatos. Si la propia encuesta ya arroja malos resultados, en el PSOE no deben cantar victoria, aunque ya les saquen seis cuerpos de ventaja, como mínimo. Se trata, pues, de saberla administrar y aumentarla en el inminente debate sobre el estado de la nación. Bush arrastra problemas de gestión económica en su antigua faceta de empresario, como su vicepresidente. Se entenderían con Rato, más que con Aznar. Gaddafi, por su lado, aparece en la UA en plan rebelde, orgulloso. La UA propone extender la democracia en el continente, como medida de progreso y garantía para la recepción de ayudas del primer mundo. Gaddafi, sin embargo, no pasa por ser un preclaro ejemplo democrático. Aunque Clonista comparte ciudad con los congresistas que asisten animosos, discurso tras discurso, a la descripción derrotista del futuro aidsnmediato, no está muy seguro de que el despliegue prensado haya logrado hacer llegar al corazón de la sociedad la exacta dimensión de la tragedia para convencerla del lugar de privilegio que ha de ocupar en las agendas gubernamentales del planeta. Al otro lado de la noticia, en el segundo plano del paisaje real, Mariano Barbacid denuncia maniobras paravillalobianas para dar al traste con su proyecto de investigación oncológica. Se ve que la política de recortes y de déficit cero no respeta ni lo que se programa como propaganda, y menos si el cerebro estelar tiene algo de indómito escarmentado. Ahora le ha tocado el turno a la contabilidad ficticia de Telefónica, pero en la página siguiente le ocurre otro tanto a la potente Merck. Bush quiere que los novelistas económicos vayan a la cárcel, aunque él también hizo sus pinitos. Entre el debe y el haber sigue habiendo una ambigua historia de malentendidos cuyos capítulos se suceden como los escándalos de un culebrón. En esas estamos, a verlas venir.

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