sábado, 12 de septiembre de 2015

13-7-02

     Fiel a su tono único, la realidad prensada vuelve una y otra vez -el error teclegráfico una y potra vez  hacía la vez más verosímil, la verdad-, eternos cangilones, a extraer del río de lo efímero unas aguas turbias en las que, supuestamente, como narcisos sociales, hemos de mirarnos. A Clonista no le gusta lo que velee ni le parece que le ataña, aunque no ignora la vía efecto mariposa como parte de sus actos, al viejo modo de las antiguas teorías deterministas, hoy solo mantenidas por algunos paleoconductistas irredentos, que Clonista sepa. Verdú -y esto parece que va conformándose como manía, lo de empezar por el final- afila el hacha del verbo y descarga el golpe contra la clase política, de cuya existencia bien definida a él no le cabe duda alguna, descabezando su pretensión representativa y reduciendo el cuerpo social a mero terreno electoral en el que cada vez son mayores las zonas desérticas, aquellas de donde no puede extraerse ni un mísero voto. ¿A nadie se le ha ocurrido fundar el Partido Abstencionista Paradójico? Si en Francia Coluche les dio un buen susto a los políticos profesionales; si en Italia los oliveros han visto con estupor el apoyo que recibía el cineasta Nani Moretti; si la lista Pim Fortuyn es hoy lista de gobierno en Holanda; si en cierto estado usamericano salió gobernador un campeón de la burda farsa llamada lucha libre; ¿por qué en España un PAP no les acabaría soltando un buen sopapo a los remilgados, atildados, exquisitos, conocedores y elitistas políticos profesionales, torerillos de salón, pactofragüeros pacatos de vía estrecha y polemistas televerduleros? Clonista no sabe si disculparse, por esta súbita propensión al disparate, la eutrapelia y la jocosidad pelín necia, porque la realidad, aun la prensada, no da, en toda su extensión, para tales alegrías. En Venezuela y en México, por ejemplo, donde la pobreza crece en relación directa con el enriquecimiento de las minorías, no están las cosas para bromas. Tampoco en Argentina, donde claman por unas votaciones que permitan barrer de la escena política a todos los choroschorizos que han hundido el país, con los peronistas al frente. Clonista, en estos tiempos de malaventuranza argentina, no deja de recordar una y otra vez la película No habrá más penas ni olvido, basada en la novela de Oswaldo Soriano. La muerte del torero español en Perú entra en la fase de investigación criminal a cuyos resultados habrá de estar atenta la prensa, después del alarde informativo, del vuelo que le dieron al suceso. Curiosamente, a la realidad le pasa como a las personas: nos metemos solos en algunos laberintos sin razón ninguna y luego nos vemos obligados a recorrerlo enterito para encontrar la salida, y nos hace maldita gracia el habérsenos ocurrido meternos en él. Aún repite el perejil del empedrat que le sirvieron a Mohamed para su boda y al caudillito le ha cogido con el paso cambiado de la ubérrima y fondona satisfacción derramada por su supuesta jugada maestra antes del debate sobre el estado de la nación. La titular de Exteriores anda aún perdida en la puesta al día -que le llevará tres meses como mínimo- y el resto del goppierno anda mordiéndose los dientes -ellos son así de inverosímiles y más- para no invocar al apóstol batallador, cerrar España y reconquistar el “sagrado suelo patrio” en un decir amén. Por el frente norte, Ibarretxe y su salaz portavoz parlamentario, Egibar -un prodigio de finura humorística, inventiva argumental, agudeza de ingenio y verbosidad vizcaína-, siguen atizando el fantasma cada vez más corpóreo del adiós a España y el hola a su propia escisión, con el previsible adiós de Álava y el portazo navarro que ya está dado desde antaño. El segundo Josemari del goppierno, Josemari el justo, Michavila, se estrena en el cargo confirmando su confianza en el fiscal Cardenal, un servidor servil cuyo servofreno ha funcionado siempre a la perfección para pparar la acción de la justicia contra miembros del gobierno o del partido goppernante, amén de haber descafeinado hasta el aguachirle la fiscalía anticorrupción. En el suplemento de realidad patriachica, una crónica inspirada en el Proceso de Kafka resume perfectamente la esclavitud a que nos han sometido los nuevos dioses megaeconómicos, auténticos demiurgos contra los que no vale ni siquiera la realidad evidente, la perceptible, la lógica: ¿quién puede asegurar que es quien dice ser, en estos tiempos clónicos que nos han tocado vivir a medias, y mediatizados? Pues eso. A Clonista no le podía pasar desapercibida la decisión de Teresa Berganza: “harta de los puristas” ha decidido pasarse a la rumba y al bolero. En clave psicoanalítica la cosa se entiende mejor cuando añade: “quiero cantar lo que cantaba de pequeña sentada en el piano al lado de mi padre. Quiero perder mi voz.” Es evidente que, como decimos en catalán, aquí hi ha marro, i molta maror -psicológica- de fons. Clonista está convencido de que la oleada de fantasías contables que tanto daño les está haciendo a los jugadores en bolsa de todo el mundo -y tanta sensación de cruda realidad les está deparando al mismo tiempo, no hay que olvidarlo- es una competencia desleal con su propia actividad y con la de los escritores de ficción en general. Ahora llega la marea a las cuentas del estado español y el PSOE acusa al partido goppernante de haber caído en el vicio americano, ¿o ha de considerarse universal, por definición? Se promete un debate júlico en la jaula cortesana lleno de enjundia presupuestaria, o sea, un verdadero numerito, vaya, es decir, nos vendrá, nos vendrá…

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