16-9-02
Si la
realidad se acumula en exceso, produce un vértigo desasosegador. Con la derrota
encima de un primer día de trabajo abominable, el remate lo constituye la
necesidad de darle salida a esta clónica itinerante, hecha jornada a jornada,
contra la pereza, el hastío, el vacío y la resignación. La realidad prensada...
Pero no, hoy no es el día de las teorías, ni de las reflexiones, con esta paliza
que lleva encima Clonista como un castigo feudal. Usamérica usa, al final, el
lenguaje universal capaz de convencer a renuentes y tibios: “compartirá el
petróleo iraquí con los países que le apoyen en la guerra.” Más claro no se
puede decir, ni más imperialmente atroz. El Partido Liberal no ha respondido
como se esperaba y los socialdemócratas siguen gobernando su particular estado
del bienestar. Es interesante el recuento de paradojas del excesivo estado del
bienestar sueco: “las bajas laborables por enfermedad se han convertido en una
auténtica epidemia nacional. Hasta el punto de que el año pasado uno de cada
siete suecos no trabajó por motivos de salud (estrés, depresión...). Un
fenómeno que se engulle nada más y nada menos que el 14% de los gastos del
Estado, más que la suma de los presupuestos de Educacion y Defensa. En el
sector de la educación, en España, se va camino de esa situación laboral, sin
duda. Si el 11-S chileno pasó sin pena ni gloria por la realidad prensada, más
fortuna ha tenido el 20 aniversario de los asesinatos de Sabra y Chatila,
auspiciados y teledirigidos por Sharon, para quien, curiosamente, el superjuez
GarZón aún no ha emitido ninguna orden de búsqueda y captura por crímenes
contra la Humanidad. Lo cierto es que el personaje títere que cumplió las
órdenes israelíes y estaba dispuesto a testificar contra Sharon, Elie Hobeika,
fue asesinado en Beirut el año pasado. Aciértese en menos de 30 segundos
quiénes se lo han podido cargar. ¡Exacto! Zapatero ha dado con la clave para rebajar
tensiones en el asunto de la inmigración: aumentar los fondos sociales para que
ayudar a los inmigrantes no consista en desposeer a los españoles. Esa ayuda
pasaría, también, por incrementar el número de profesores de apoyo para la
integración lingüística y académica de los hijos de los inmigrantes. ¿Se hará?
Tampoco costará mucho dar con la respuesta correcta. ¡Qué no será capaz el
goppierno de sacrificar al dios del déficit cero! Siempre hay muertes
insólitas, pero la de ese niño al que se le incrustó en el cuello la carcasa de
un explosivo durante los juegos artificiales con que se celebraban las fiestas
locales es una de las caras más siniestras del azar. De su corte pueden
señalarse responsabilidades a la imprevisión y a la ciega confianza del clásico,
“¡pero qué coño va a pasar, hombre, si esto es más seguro que yo qué sé!”, tan
enraizado en el espíritu hispánico. Al modisto Delfín se le da tribuna y tiempo
para explicarse y ello contribuye a que se reduzca la virulencia de los ataques
que se cebaron en su propuesta estilística. Ahora, además de insistir en la
referencia a Los amantes de Magritte,
se enumeran los antecedentes de las vendas y las capuchas en el mundo de la
pasarela. El tierno creador se queja de que “de algo creativo se está haciendo
algo político”, con esa ingenua fe en que el arte y la política son mundos que
no tienen nada que ver entre sí. Quizás debe pensar, el seráfico David, más
modernista que moderno, que el artista, él por ejemplo, ha de vivir en su torre
de marfil y tratar de evitar que la belleza inmaculada de sus creaciones se
degrade al contacto con la burda demagogia de la política. Poco después, unas
regiones más allá, en Barçalunya el poder político celebra a los artistas, los
empesebra y les pide que se conviertan en guardiasciviles culturales de la
patria. Que lo den todo por ella, vaya... Ha empezado la Liga de fútbol y ya
todo da vueltas alrededor de sus mediocridades y sus excelencias. La
insoportable cháchara continua que lo empantana todo se irá extendiendo poco a
poco, y el vaivén de la emoción y la desolación se repetirá como cada temporada
hasta que lleguen los calores y los vientos del ocio personal barran esa borra
espesa de los largos meses de campeonato.
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