jueves, 14 de enero de 2016

10-11-02

     Domingo de nuevo que nunca es un nuevo domingo. Y menos hoy, que tiene toda la realidad prensada un aire de resumen detenido que hiede. El día del análisis desmiente la función del diario, y a Clonista le recuerda demasiado los púlpitos de misa de doce de su infancia. Sarkozy continúa su lucha desigual contra los pobres de solemnidad que buscan su lugar bajo el sol. Deja a los inmigrantes clandestinos en la calle, y todos saben en Francia qué supone “la calle” en pleno invierno, para lanzar un mensaje claro a “las organizaciones de tráfico de personas”: que no cuenten con el auxilio social estatal para seguir alimentando su negocio esclavista. La Iglesia lo critica duramente y, al tiempo, pide ayuda policial para sacar de un templo a los inmigrantes irregulares que lo habían ocupado, en un hermoso ejercicio de hipocresía típicamente católica. ¿Cómo reciben los lectores de la realidad prensada el inicio de una campaña electoral que se va a extender siete meses? Durante todo ese tiempo, que cae fuera, ¡afortunadamente!, de la aventura clónica de Clonista, la realidad se convertirá en  publicidad y olla de grillos, como el torpe simbolismo de Gutiérrez Aragón en su Caballero don Quijote. Después de los elogios inmerecidos leídos en El País, ¿quién se atreverá a decir la verdad, el estruendoso fracaso que supone un guión insensato trufado de imágenes preciosistas, eso sí? ¿Cómo es posible que un libro en el que no se deja nunca de hablar, un libro lleno de palabras hasta el agotamiento, dé pie a una película casi bergmaniana, invadida de silencios? ¿Cómo es posible que en la película no haya ni rastro del principal rasgo definitorio del libro: la ironía? ¡Qué patéticos los esfuerzos por imitar la interpretación de Fernando Rey, un Quijote que hubiera complacido a Cervantes! ¿Dónde queda, en el estilizado retrato de la película, el buen realismo en el que se inserta la genial aventura del caballero? Sábato tenía razón: cualquier adaptación cinematográfica de El Quijote estaba condenada al fracaso. Lo propio sería centrarse en una aventura que lo resumiera. Sábato proponía la aventura en el palacio de los duques, que presenta una unidad narrativa clara. Lo visto en la película de Aragón sobre los duques inspiraba lástima, ciertamente, y la aventura de la ínsula Barataria era una mamarrachada insultante. En fin, que el piadoso olvido siga su curso. La campaña electoral se centrará, al parecer, en la seguridad, pero parece que el PP ha olvidado algo elemental, que lleva ya seis años en el poder. De entre las escasas noticias del día, hay una especialmente que representa una novedad: el ayuntamiento de Albacete ha cedido la gestión de 100 millones de euros a los colectivos sociales, en un elogiable ejercicio de democracia directa, porque eso es la democracia, en realidad, tocar los presupuestos. En día de recapitulaciones, resúmenes y rescates del olvido que tanta realidad devora, reaparecen los despedidos de Lear, con la bendición del gociuerno de la Generalidad, para conocer la verdadera cara de las promesas gociubernamentales: sólo el 15% de la plantilla se ha recolocado. El empresario de Jazztel, Varsavsky, acusa al dúo goppierno-Telefónica de actuar en comandita para ahogar a los competidores de la empresa instrumental del goppierno. Se supone que sabe de lo que habla, ¿o no? Se supone.

No hay comentarios:

Publicar un comentario