martes, 12 de enero de 2016

7-11-02

     Las sociedades humanas son organismos de una relativa complejidad que, sin embargo, son capaces de elevar hasta la cumbre rectora de las mismas a los seres más mediocres de la especie, y ahí está el clamoroso caso del presidente Bush, reforzado por los votos de sus conciudadanos, quienes le han regalado la mayoría republicana en el Congreso y en el Senado. Si Birnbaum no sabía lo que pasaba en Washington, ¿cómo va a tener ni la  más remota idea de lo que ocurre en un país tan vasto como el suyo? Si Washington, es decir, el gobierno de su país, se le vuelve una realidad indescifrable, ¿cómo llegará nunca a entender las reacciones políticas de sus compatriotas?  Hemos nacido para no entendernos, que decía Sartre, según parece. ¿Tendrá algo que ver con ese triunfo la rebaja del precio del dinero en Usamérica a “niveles de hace 40 años”? Clonista es poco ducho en asuntos económicos –y en casi todos, la verdad sea dicha-, pero la tibia acogida de la Bolsa indica que el valor del dinero no les importa gran cosa a los inversores, más amigos de la especulación que del tejido productivo, del mercado de valores que del mercado de bienes y servicios. Aun con un interés semejante, si los precios de la vivienda están como están, aquí en la Españavabién del caudillito, ¿quiénes pueden atreverse a un endeudamiento de casi 400.000 €? Pues eso. Mal, pero que muy mal, deben pintar las encuestas para el PP cuando el caudillito saca la artillería gruesa de la desestabilización constitucional que significaría la llegada de los socialistas al poder. Llegados a ese extremo, más allá del agua al cuello, la ingesta excesiva de líquido parece haberles trastornado por embotamiento, por abotagamiento. Como si fuera un comentario subliminal, hoy, día de la victoria de Bush, se llenan las páginas de Internacional de accidentes y catástrofes varias. Porque accidentes los hay todos los días, eso está claro. La naturaleza cíclica de la realidad, la propia del ritmo natural de las estaciones, no por sabida deja de asombrar.  De los regresos al pasado, al peor de los pasados, no está exenta ninguna sociedad. Si en las vascongadas se empeñan en hacer realidad el ideal racista sabiniano, en Alemania se vuelven a oír gritos contra los judíos, y no provenientes de cabezas rapadas o grupúsculos neonazis. Tal ocurrió, según parece, en el acto de devolución del nombre original a la calle Kinkelstrasse, que ahora ha recuperado el suyo tradicional de Judenstrasse, que lo había sido durante 400 años, hasta 1938. Lo chocantes es que se recoja el testimonio de una testigo presencial de los hechos que afirma no haber oído tales gritos. El redactor da por buena la confusión y deja al lector desamparado frente a las dos versiones. ¿Hubo o no hubo esos gritos lamentables? En el ámbito nacional, Jesús Caldera se ha atrevido a decir que el goppierno ha presionado al Banco de España para que se sume a las prácticas montoreras de la falsedad estadística, del maquillaje contable de la señoría  montopepis. Se trata de una realidad improbable, pero quizás, por ello mismo, de una verdad evidente. La primera rebaja del marcial impulso guardiacivilesco hacia la integración de los homosexuales ya ha sufrido su primer recorte: en la misma enmienda del reglamento se añadirá lo que aún no figuraba: que las familias numerosas tendrán prioridad para instalarse en ellas. Periódicamente la prensa se empeña en recoger estudios que pretenden avalar científicamente las conclusiones más peregrinas. En un análisis del dolor que sufren los aquejados de dolor de espalda se ha llegado a la conclusión de que quienes cuentan con una pareja solícita que se interesa por sus dolores sufren más que quienes no. Clonista ignora si Alberti padeció de la espalda, pero a espaldas de su obra y de su legado sí que se está organizando una apropiación institucional de su figura a propósito del centenario de su nacimiento. En fin, cosas de la política, jamás de la cultura; como mucho de folclórumes, si acaso. En el rinconación catalán, el primer subordinado de Pujol se niega a informar de los créditos públicos a empresas privadas, alegando que ya los controla el Síndico Marià, no muy amigo precisamente de la transparencia, sino bastante más de la ocultación y el escamoteo. Cuajó la expresión “el oasis catalán”, pero bien podría haber cuajado, también, la de “el sainete catalán”, porque muchas de las politiquerías aburdas de este país, también de todos los demonios, sin duda, son puro sainete del que tanto y tan bueno se ha escrito siempre en este rinconación. Se va el buen Mas a Polonia para abrir una oficina de reclutamiento de personal dispuesto a ser explotado en Cataluña y acaba ordenando que se lleven la bandera española del local, además de recibiendo a un par de funcionarios de quinta categoría a los que el Mas imposible salvamuebles eleva a la categoría de miembros del gobierno polaco. Por si no hubiera quedado claro, a lo largo de todo un año, que la realidad es amante de las coincidencias, otra escena sainetera se le ofrece al lector, por el mismo precio, en la columna de al lado: “El gobierno catalán borra la bandera española de una fotografía publicitaria.” Al grito pelín angustioso de “Fernandes, cerqui´m una explicació urgent, i versemblant!, si us plau!, los responsables políticos, sin rostro, han ofrecido dicha explicación: como el local donde ondeaba la enseña centralista era un cuartel, han decidido quitarla “por motivos de seguridad”, para que no se identificara el edificio. Y tan capantes... De nuevo Clonista se ve forzado a no retocar –frente a las tentaciones totalitarias de otros- su errata creativa: que campe a sus anchas. Era previsible, la proximidad de las elecciones ha hecho que el Folclòrum se convierta en arma arrojadiza. Las oposiciones, ante la cascada de dimisiones, de indecisiones y de indefiniciones, se han lanzado a la yugular del alcalde, por más que instancias superiores gobernadas por los correligionarios de esas oposiciones formen parte activa del proyecto. Nació mal, el proyecto, y lo que se concibe mal es difícil ejecutarlo bien. Interesante realidad la de la publicación de una novela de Cansinos Assens, Bohemia, y más aún que se venda a través de una página de Internet y de un teléfono, ofrecidos ambos en el artículo: artesanía pura y dura, como la defensa de la fundación Cansinos Assens sin disfrutar de subvención pública alguna.

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